Como si nada hubiera ocurrido a unas cuantas calles de ahí, el canciller Marcelo Ebrard perfumó la mañana y la Alameda con su melosidad infinita hacia el señor presidente cuya munificencia le cubre los viajes y las quincenas:
“… México tiene hoy ese peso, esa consideración […] en todos los ámbitos, desde el Consejo de Seguridad hasta todos los espacios multilaterales, porque tiene autoridad moral y prestigio político… eso se debe en buena medida a quien encabeza [el Gobierno de México] que es el presidente López Obrador y la transformación que él está defendiendo […] Yo estoy muy orgulloso de nuestro presidente, de nuestro país y del Servicio Exterior…”
Casi simultáneamente a esa almibarada forma de mirar el mundo y la diplomacia (no logra el “placet” español para Qurino Ordaz, pero presume de prestigio internacional), el presidente y Marcelo Ebrard exhibieron las dimensiones de su incomunicación.
Mientras el primero decía, no acudiremos a Nicaragua a la enésima toma de posesión de Daniel Ortega y su esposa, el segundo decía sí, sí iremos, aunque quien vaya sea el encargado de negocios, porque ni embajador teníamos a esa hora ni tampoco sabía el jefe del Estado, ni cuando iba a ser la nueva entronización de Ortega y su señora.
Hoy ya tenemos embajador en Managua. Se trata de Guillermo Zamora y nada más se espera el beneplácito de Ortega, quien de seguro aprobará al experimentado y desconocido diplomático.
Pero lo notable no es todo cuanto Marcelo Ebrard les dijo a los diplomáticos reunidos en la Avenida Juárez con motivo de la revisión anual y la exposición de lineamientos para el trabajo de este incipiente año. Lo notable es cómo se sobrepuso al tratamiento de criogenia de la “mañanera”.
–¿Por qué se tomó la decisión por parte del gobierno y la cancillería –le preguntan al PEUM– de no enviar a ningún representante de esa dependencia a la toma de posesión del presidente Ortega.
— Todavía no se decide, responde el PEUM. E inquiere: ¿Cuándo es la toma de posesión?
–Hoy.
–¡Ah!, hoy. ¡Ah!, no sabía, no sabía.
–Ayer se informó originalmente que iba a ir un funcionario, un director, y por la noche informaron que no iba a ir ningún funcionario de la cancillería.
–Sí. ¿Y a qué hora es la toma de posesión?, pregunta el PEUM
— No sé la hora.
–No sabes. Vamos a ver si da tiempo de que llegue (¿quién?), porque nosotros tenemos buenas relaciones con todos, con todos, y no queremos ser imprudentes…
–¿Sería una imprudencia que no fuera ningún funcionario mexicano a la toma de protesta, presidente?
–Sí, porque nosotros no podemos hacer a un lado nuestra política de autodeterminación de los pueblos y de independencia…”
Después de este diálogo tan bien informado con un reportero, si se tratara de un mercado bursátil, las acciones de Ebrard habrían caído como los papeles de Aeroméxico. El enfriamiento fue tal como para verlo en su magna reunión diplomática con un abrigo siberiano. Pero el remedio ante estos descolones siempre es el mismo: la loa al líder. El lagoteo.
GEMA
Dice ufano nuestro secretario de Relaciones Exteriores:
“…los consulados mexicanos son la mejor red de consulados del mundo, ya que así la han calificado otros países (¿?) y la propia comunidad mexicana radicada en el extranjero…”
Claro, si tiene usted alguna duda vaya a Turquía, donde una fina dama le dirá, tenga para que aprenda.
COVID
Lo único inmune a la verborrea del gobierno en torno de los contagios, la pandemia y el fracaso del gobierno en esta materia; su “Gatinflas” y su #doctorvaporub, es el virus.
Por segunda vez el presidente se infecta. O se contagia, como lo queramos decir.
¡Cuidado!, en algunas cosas la tercera suele ser peor.
Y con la probada inutilidad de la fuerza moral y el “detente”, pues…