Si mal no recuerdo la escena es descrita por Azuela en su novela sobre la Revolución Mexicana. Un arriero se encuentra a un amigo que va a caballo pero armado con un rifle. Le pregunta la causa y el amigo le responde: “Soy revolucionario”. El arriero le pregunta qué quiénes son esos y el hombre armado le responde: “Somos los mesmos, nomás que andamos devididos”. Si resucitara Plutarco Elías Calles y observara el humillante acarreo, la prostitución política con el entusiasmo pagado. ¡Claro! Bajando de mejores camiones, le preguntaría a los miembros de Morena la causa por la que asistían al Zócalo, tengo la sospecha que responderían igual: “Somos los mesmos priístas, nomás que andamos devididos”. Aunque a lo mejor estoy exagerando y que sí existen cambios profundos entre priístas y morenistas, cuando menos en el lenguaje. Por ejemplo, antes a los precandidatos presidenciales se les llamaba “tapados”, ahora se les dice “corcholatas”. Antes a las reuniones en el Zócalo se le llamaba “Mitin de apoyo”, ahora la gente afirma que asiste a una “AMLOfest”. El cambio más claro y profundo es que antes a los acarreados se les daba torta, refresco y galletas, los antiguos priístas le llamaban el “itacate”, los morenistas, en un lenguaje más revolucionario, le dicen: “lunch”. Para no desentonar con estos cambios radicales en los términos de la 4 T, reconozcamos que priístas y morenistas no son iguales, por supuesto que no, al carajo con ese cuento de que son iguales, nomás que están clonados.