A veinticinco años de que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) emitió la Declaratoria de la ciudad de Santiago de Querétaro como Patrimonio Cultural de la Humanidad, una vez que revisó y aprobó el Expediente Técnico respectivo, promovido por el gobierno de Enrique Burgos García, se carece de un organismo colegiado que dé seguimiento a la administración del sitio y verifique el cumplimiento de las disposiciones establecidas en la Declaratoria.
Si bien varias instancias han realizado acciones aisladas o conjuntas para garantizar la salvaguarda de la Declaratoria, entre ellas están el Centro Querétaro del Instituto Nacional de Antropología e Historia, la Delegación Querétaro de la Secretaría de Desarrollo Social, la Dirección de Sitios y Monumentos de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Obras Públicas del Gobierno del Estado, la Secretaría de Turismo del Estado, el Instituto Municipal de Planeación de Querétaro, la Delegación del Centro Histórico del Municipio de Querétaro, el ICOMOS-Querétaro, la Academia Mexicana de Arquitectura, Capítulo Querétaro y el Patronato del Centro Histórico.
La Zona de Monumentos Históricos de la Ciudad de Querétaro comprende un área de cuatro kilómetros cuadrados formada por 203 manzanas, que incluyen aproximadamente 1400 monumentos históricos inmuebles. El área donde se concentran la mayor parte de los edificios con valor histórico, construidos entre los siglos XVII y XIX, se denomina perímetro “A”; los perímetros B1, B2 y B3 se delimitaron para brindar protección al Acueducto -que data de la primera mitad del siglo XVIII- y al cerro de las Campanas.
Entre los valores reconocidos en el Expediente de Postulación de la Zona de Monumentos destacan: las características históricas de la ciudad, la calidad de su patrimonio tangible urbano y arquitectónico, el grado de conservación, el interés de las autoridades locales y de los habitantes en su preservación, así como la legislación existente para garantizar su protección. Pero los dos elementos que sustentan la inscripción en la Lista del Patrimonio Cultural Mundial son: la traza mestiza y la concentración de una arquitectura de alto valor.
Así lo señala la Declaración retrospectiva del valor universal excepcional de la Zona de Monumentos Históricos de Querétaro, elaborada por el Instituto Municipal de Planeación en mayo del 2010. El documento indica que en los últimos años se realizaron diversos esfuerzos para concluir el Plan de Manejo de la Zona de Monumentos Históricos, y fue a partir del 2010 que inició la coordinación en la elaboración del Plan de Manejo y su Sistema de Gestión.
Esto luego de que tres años antes se elaboró el Plan Parcial de la Zona de Monumentos y Barrios Tradicionales de Querétaro, con la finalidad de regular los usos de suelo y la administración del territorio. En dicho instrumento, como lo indica su título, se incluye una zona de transición conformada por los barrios tradicionales de la ciudad.
El primer instrumento legal tendiente a conservar el patrimonio cultural de los queretanos data de 1941, con la Ley de Conservación de la Ciudad de Querétaro, aprobada el 31 de diciembre de ese año por la XXXIII Legislatura del Estado y publicada por el gobernador Noradino Rubio Ortiz el 8 de enero de 1942, donde se declara a la ciudad como “típica y monumental”. Sin embargo, fue a partir del gobierno de Rafael Camacho Guzmán (1979-1985) que se llevaron a cabo numerosas obras de conservación, restauración y/o adecuación de monumentos civiles y religiosos.
Adicionalmente, en las últimas décadas el Municipio de Querétaro ha efectuado diversas intervenciones enfocadas al mejoramiento y conservación de espacios públicos y de la imagen urbana del sitio que hoy ostenta el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Las opiniones de Eduardo Loarca y Carlos Arvizu
A propósito de la nominación que recibió en 1996 la ciudad de Santiago de Querétaro como Patrimonio Cultural de la Humanidad, durante la reunión anual del Comité del Patrimonio Mundial verificada en Mérida, Yucatán, el profesor Eduardo Loarca Castillo, Cronista de la Ciudad, dijo entonces:
“Uno de los mejores obsequios que nuestra querida ciudad pudo haber recibido fue el que le ofrendó el pasado 5 de diciembre la Organización de las Naciones Unidas al declarar a Querétaro Patrimonio de la Humanidad, junto a nuestra también monumental y [b]ella [ciudad] prehispánica Uxmal, en la tierra del faisán, el venado y el henequén”.
Nuestra levítica, histórica y monumental ciudad, junto con Zacatecas, Oaxaca, Morelia y otras más de este México nuestro, ha tenido desde siempre los méritos suficientes para ser declarada Patrimonio de la Humanidad, porque los tesoros que guarda en lo arquitectónico, lo cultural, lo literario, lo histórico y lo social, han estado por siempre a la vista de todos aquellos hombres y mujeres que con mucha razón se han enamorado de Santiago de Querétaro a través de los siglos, por su maravilloso muestrario de historia, humanismo vital, hospitalidad, personalidad social y, sobre todo, su identidad tan singular, que se trasluce en la forma de ser y en el quehacer de los queretanos”.
El historiador y urbanista Carlos Arvizu García, por su parte, al hablar sobre el crecimiento y desarrollo alcanzado por la ciudad a través de los siglos -desde su fundación en el primer tercio del siglo XVI como pueblo de indios-, resaltó que las políticas públicas emprendidas durante las últimas décadas del siglo XX se encaminaron a rescatar la calidad del centro histórico tradicional y de las principales obras patrimoniales; y suprimir la presión generada por la paulatina concentración de las actividades por la vía de la descentralización.
Así como crear un conjunto de vías vehiculares que comuniquen a la ciudad, principalmente de norte a sur; articular el sistema de comunicación por medio de un conjunto de distribuidores urbanos que permitan el tráfico expedito y expulsar el tráfico pesado interurbano; impulsar la creación de dos nuevos centros urbanos: sur y norte, para que sea factible reorganizar las actividades de la mancha urbana en torno a tres centros: el tradicional, el sur y el norte.
De esta forma -sostuvo Arvizu García- se pretende hacer de Querétaro una ciudad moderna, capaz de responder a los retos de la sociedad globalizadora contemporánea, respetando, al mismo tiempo, el patrimonio cultural celosamente guardado por los queretanos a lo largo de los siglos como parte inherente de su identidad.
Recuperación del nombre original de la ciudad
Asimismo, hace veinticinco años -el 25 de marzo de 1996- el Ayuntamiento de Querétaro aprobó por unanimidad la recuperación del nombre de la ciudad como Santiago de Querétaro que tuvo desde sus origen en el siglo XVI al fundarse el pueblo de indios, como un reconocimiento de carácter histórico-cultural, acuerdo que posteriormente fue ratificado por la Legislatura del Estado y se publicó en el periódico oficial La Sombra de Arteaga.
En el marco de los festejos conmemorativos del 465 aniversario de la fundación de nuestra ciudad, la Comisión Organizadora encabezada por el gobernador Enrique Burgos García y el presidente municipal de Querétaro, Jesús Rodríguez Hernández, haciendo eco del sentir de la ciudadanía, presentó al Cabildo el documento que justificó la solicitud para recuperar el nombre original de la ciudad, que con el tiempo había caído en desuso.
En el documento se planteó que desde principios del siglo XX subsistió en los queretanos la aspiración por reconocer el nombre de la ciudad como Santiago de Querétaro. El escritor costumbrista Valentín F. Frías planteó una posición romántica, nostálgica y evocadora del antiguo nombre de Querétaro, postura que replicaron otros historiadores. Casi todos mencionan con añoranza el antiguo nombre de Santiago de Querétaro, en particular el licenciado José Guadalupe Ramírez Álvarez y el profesor Eduardo Loarca Castillo.
En la actualidad, dice el Acuerdo, la necesidad por reafirmar nuestra identidad cultural y la objetividad con que necesitamos ver nuestra historia local y nacional, aconsejan la conveniencia de rescatar el nombre de Santiago de Querétaro. “Reconocer la denominación original de la ciudad es mantener la esencia de nuestra historia; es mantener vivos los elementos que le han dado identidad, y que son su baluarte a lo largo de los siglos”.