Con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de México, un grupo de opositores de encargo no se cansaron de asegurar que la relación diplomática con Estados Unidos se iba a resquebrajar, que lo avanzado en décadas iba a significar un retroceso.
Luego, con la derrota de Donald Trump y la victoria de Joe Biden, los mismos extremistas no se cansaron en vaticinar los peores escenarios para México, aprovecharon una y otra vez, cualquier suceso para confirmar sus negativas predicciones, que salían directamente de la ira, el odio y la derrota.
El histórico acuerdo que se firmó ayer entre el gobierno de México y Estados Unidos, para intercambiar visas para que agentes de la DEA puedan ingresar a nuestro territorio a cambio del combate contra el tráfico de armas, dista mucho de lo que avizoraban los expertos pesimistas.
Desde un principio, al restringir la circulación de los agentes de la DEA en territorio mexicano, López Obrador demostró que lo suyo no era la sumisión ante el poder, que lo idea de entregar todo a los estadounidenses a cambio de su ayuda en el combate a los cárteles de la droga, era una verdadera colaboración, un dar y recibir.
En nada se parece este acuerdo, al letal rápido y furioso, el fallido operativo que desató la crisis del tráfico de armas entre México y Estados Unidos, y que derivó en la muerte de miles de mexicanos.
Por qué en esta guerra, México siempre ha puesto las victimas colaterales y el vecino del norte las armas con las cuales las asesinan.
Recordemos, que el objetivo de rápido y furioso, operativo instrumentado durante el sexenio de Felipe Calderón, era rastrear las armas y darles seguimiento, esperando identificar a los responsables del tráfico de las mismas, que posteriormente van a dar a manos de narcotraficantes, sin embargo, la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF), les perdió la pista.
En este sentido, destaca el trabajo del jefe de la Unidad para América del Norte, de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Roberto Velasco, quien detalló en el Senado un acuerdo que permite también la presencia de agentes mexicanos en Estados Unidos a cambio de otorgar visas a agentes de la DEA para que ingresen a territorio mexicano.
Con este histórico acuerdo, una vez más López Obrador demuestra que es un estratega y que su visión es más avanzada que la de sus avezados opositores, sobre todo los que están por encargo.