En el estado de Morelos, a partir de la era de Cuauhtémoc Blanco, se instaló la criminalidad a sus anchas, tolerada por el gobernador y, en algunos casos, también promovida por él, como en el caso de la persecución sufrida por mi amigo Luis Tamayo, cuya historia intentaré reseñar ahora.
¿Quién es Luis Tamayo?
Luis Tamayo es un intelectual de primer nivel, doctorado en Filosofía por la UNAM, discípulo de Ricardo Guerra Tejada, posdoctorado en la Albert-Ludwig Universität Freiburg de Alemania. Se ha formado como psicoanalista y ha escrito numerosas obras que lo colocan dentro de los pensadores más prolíficos de la materia. Profesor titular de TC del Posgrado en Filosofía y Coordinador de la Unidad de Estudios de la Complejidad del CIDHEM y, ex rector de El Colegio de Morelos, que es una de las instituciones de la red de El Colegio de México en la República mexicana. Es autor de numerosos libros, entre los que se encuentran Aprender a decrecer, La temporalidad del psicoanálisis; Del síntoma al acto. Reflexiones sobre los fundamentos del psicoanálisis; El estilo de Heidegger en la colección: Heidegger sendas que vienen; Los demonios de Heidegger y La locura ecocida, entre muchos otros. Ha sido un fuerte impulsor de la defensa de las causas ecológicas. Maestro de la Facultad de Psicología de la UAQ.
Conocí a Luis Tamayo en el CIDHEM, donde me inscribí al doctorado de Filosofía y formamos un grupo llamado ECOSOFÍA (Ecología y Filosofía), para escribir a favor del medio ambiente. Lo conozco desde 2006, como una persona honesta, creativa y de un trato magnífico. Un buen amigo y una excelente persona. Porque lo conozco me atrevo a levantar la voz en su defensa.
¿Por qué es perseguido? Después de haber sido Presidente de la Academia de Ciencias Sociales y Humanidades y Coordinador del Consejo Consultivo para el Desarrollo Sustentable del estado de Morelos, lo eligen para ser el rector de El Colegio de Morelos, con la anuencia del entonces gobernador Graco Ramírez. Dos semanas después de la toma de posesión de Cuauhtémoc Blanco, Luis Tamayo fue coaccionado para que presentara su renuncia. Blanco, sin ningún recato, nombra a su sucesor en el Colegio de Morelos, al abogado Juan de Dios González Ibarra, sin terna y sin los méritos académicos suficientes para el cargo. Su única carta de presentación era su amistad con Olga Sánchez Cordero.
El nuevo rector no sólo despidió a Luis injustamente, sino que, molesto porque los estudiantes realizaron manifestaciones en contra de tal arbitrariedad, comenzó la persecución aduciendo que éstos eran inducidos a la rebeldía por Luis, lo que finalmente provocó una huida de la mayoría de estudiantes y profesores que denunciaron el maltrato del nuevo rector. Todo esto en una institución antes caracterizada por la calidad educativa, donde se instaló la mediocridad. Luis y Verónica su esposa iniciaron una demanda laboral para exigir sus derechos y emigraron a Querétaro, como maestros de la UAQ.
Pero no paró ahí el problema, el nuevo rector, protegido de la entonces secretaria de gobernación Olga Sánchez, acusó a Luis de corrupción porque durante su administración se compraron unos paneles solares, con todos los requisitos de ley y autorizados por el consejo de adquisiciones y la Junta de gobierno. Pero, inventó un delito, el que no se hubieran instalado inmediatamente, y no se instalaron de inmediato porque se atravesó el temblor de septiembre de 2017, cuyo epicentro fue precisamente el estado de Morelos. A partir de este hecho, el abogado Juan de Dios González Ibarra construyó los delitos de “ejercicio ilícito del servicio público” y “ejercicio abusivo de funciones”, delitos que se suelen fabricar para perseguir enemigos en la política.
El sistema fotovoltaico está ahí, sin instalar, porque, una vez hechas las reparaciones al edificio de los daños causados por el sismo, bien que se pudo haber instalado, pero no lo ha hecho para “tener materia” para la acusación falsa. Esto sí causa daño patrimonial a la institución.
Debido a la falta de pruebas y a la debilidad de la acusación, el juez de primera instancia resuelve que no había nada que perseguir por lo absurdo de los argumentos presentados, pero el rector Juan de Dios apeló y los magistrados de segunda instancia resolvieron la “no vinculación a proceso”, pero el presidente del tribunal, Carlos Iván Arenas Ángeles, decide que lo relativo a sobreseimiento se anulara, por lo que la única opción era el amparo. Obviamente, el Lic. Carlos Iván Arenas recibió la visita de Juan de Dios González Ibarra para determinar algo a todas luces improcedente.
Luis Tamayo se ampara ante tal veredicto ya que el magistrado presidente no presentó ningún argumento jurídico que respaldara su decisión. Pero la influencia de Juan de Dios llegó hasta la instancia federal y el juez quinto de distrito del estado de Morelos, Salvador Bravo Hernández, le negó el amparo.
El denominador común de los jueces que han dictaminado en contra de Luis es que son egresados de la maestría en derecho que coordinaba Juan de Dios González Ibarra en la Universidad Autónoma de Morelos, incluyendo a Olga Sánchez Cordero. Acciones totalmente fuera de las normas procesales normales de todo juicio. Ésa persona transformó una demanda administrativa en penal y ha ocasionado que Luis haya hecho gastos gigantescos para él y haya perdido su sitio en el sistema nacional de investigadores. Al transformar la demanda administrativa en penal, lo obligan a regresar a Morelos, dificultando su estancia en la Universidad Autónoma de Querétaro. Esto ha empeorado la situación económica de Luis y su familia, ya que no cuenta con los recursos suficientes para su defensa y ha tenido que endeudarse.
No estoy seguro si Olga Sánchez está informada del mal uso que se le da a su amistad en los distintos ámbitos de la justicia estatal y federal, pero que es debido a su influencia, consentida o no, es claro y se está perpetrando, a sus espaldas, una injusticia grave en contra de un ciudadano que es pionero del pensamiento ecologista de México y autor de una obra filosófica y psicoanalítica de primer orden en México.
Estamos viendo cómo un abogado vengativo e inepto, persigue a una persona muy culta, para vengarse de su enemigo político, sin tomar en cuenta a ley, ni ninguna consideración humanitaria, académica o simplemente de sentido común. La mediocridad en el poder es más nefasta que un terremoto.