La trama de El Juego del Calamar se desarrolla así: se recluta a un buen número de personas, cerca de medio millar, que previamente se ha investigado. Están como rehenes en instalaciones cerradas, ubicadas en una isla aislada y protegida. Los enganchados son sometidos a la participación de juegos infantiles con resultados mortales, no hay una segunda oportunidad para los perdedores, los matan. La lista la integran marginados, inmigrantes, delincuentes; todos comparten la condición de deudores acosados. REFLEXIÓN: el acoso de los acreedores en el mundo capitalista es brutal, más aún si el acreedor es un Banco. Se podrá decir que están en su derecho de cobrar, lo cierto es que se pasan en la persecución, en ocasiones el deudor ya ha muerto y todavía bombardean a los parientes vivos.
Entre todos los participantes destaca el egresado de una universidad quien ha fracasado. La vida, diría Shakespeare, son antecedentes. En Corea del Sur el 90% de las familias invierten el 20% de sus ingresos para que sus hijos vayan a las universidades. Tener un titulo les garantiza movilidad social privilegiada, lo que hace una vida profesional sumamente competitiva. La OCDE ha llamado la atención sobre el hecho de que Corea del Sur tiene el índice de suicidios más alto, resultado del estrés del fracaso académico. REFLEXIÓN. ¿No está pasando lo mismo en México? Familias que dedicaron el máximo posible de sus ingresos para que sus hijos tengan un título y acaban como choferes de UBER. Es cada vez mayor el número de profesionistas frustrados y rabiosos contra un sistema que no les da oportunidades de empleo.
En un momento de la trama se permite que quien quiera puedan retirarse y no regresar a ese juego macabro. Algunos salen pero la mayoría regresa. La situación es soportada por los reclutados con la motivación de que el triunfador se llevará una cantidad considerable de dinero que cuelga en una esfera repleta de billetes a la vista de todos. REFLEXIÓN. Se lucha por sobre vivir para pagar deudas y disfrutar del dinero. El elemento sagrado, religioso de la existencia, se ha perdido en la sociedad capitalista. Es el aquí y el ahora y no hay valor más superior que el dinero. A los participantes se les olvida el presente desgraciado que están viviendo por las expectativas de lo que harían con esa lana. El dinero se convierte en un oxímoron: el cash, el dinero contante y sonante no es simple instrumento material, encierra en sí mismo lo más espiritual del ser humano, todas las ilusiones y los sueños de lo que se es capaz.
Con una característica, por cada muerto, aumenta el premio, más billetes caen real y gráficamente en la esfera. Los sobrevivientes observan embelesados. REFLEXIÓN. Obviamente la empatía humana se destroza, cada ser humano fallecido no provoca tristeza sino felicidad por la expectativa de mayor riqueza personal.
No todos los mensajes de la serie son degradantes. Los juegos demandan jóvenes y vigorosos. Por simpatía personal un equipo elige al miembro más viejo. Resulta que éste había de niño había participado en los juegos propuestos y sabía las mañas y estrategias que superaba la fuerza; gracias a sus consejos triunfan. REFLEXIÓN. Durante la vacunación contra la pandemia, hubo voces que demandaban que no se utilizaran las vacunas con los viejos. ¡Desperdicio! Propuesta fascista, testimonio de los valores de los sistemas capitalistas y el signo narcisista de la época, No es por publicidad ni promoción personal, pero en el Mundo se ha demostrado que efebocracia no es el ideal. La madurez y la experiencia mucho tienen que aportar. Luego le seguimos.