Para poder decir: ni una menos, es necesario no tener a ni una víctima más sin protección, contención y acompañamiento jurídico. Hay muchísima gente que a estas alturas sigue pensando que la violencia contra las mujeres es responsabilidad de nosotras, “por dejarse” dicen, “si es bien fácil denunciar” comentan, “con que le hable a la policía” sugieren… sin embargo poco se habla de las filas interminables que hay que hacer en las unidades de la Fiscalía para si quiera levantar una denuncia contra nuestros agresores o del trato revictimizante que se recibe ahí con quien está obligado a ayudarte porque a eso se dedican y para eso se les paga. Quisiera compartir el caso de Alejandra, evidentemente cambiamos el nombre para no caer en revictimización, pero hoy hablo por ti porque quiero que lo que no fue para mi sea para ti. En Junio de éste año nuestra protagonista levantó una carpeta de investigación por el delito de amenazas contra su ex pareja, el cuál la amenazaba con difundir contenido sexual íntimo. La denuncia se quedó, como la gran cantidad de denuncias que se levantan por el delito de amenazas o de acoso sexual en la modalidad digital, guardada ahí un el escritorio de algún auxiliar fiscal de acusación.
Y sí, la difusión se dio. Pero no sólo eso, Ale fue víctima de todo tipo de hostigamiento por parte de su agresor, un extranjero al que por cierto no se le ha requerido su pasaporte para evitar se sustraiga de enfrentar a la justicia mexicana.
El día de su cumpleaños, pintaba como cualquier otro, agradable, feliz para disfrutar en compañía de sus seres queridos, ese día en el que festejaba un aniversario más de vida, al salir de su casa se encontró con una pinta que llevaba su nombre con una serie de insultos, el autor: su agresor.
La historia no para ahí, su agresor se tomó el tiempo para realizar llamadas a su centro de trabajo para difamarla, la esperaba afuera de su oficina, la perseguía y enviaba correos a la empresa que terminó con la liquidación de Ale.
El violentador tuvo la odisea de presentarse con la mamá de la víctima y entregarle un sobre con sus fotografías íntimas. El motivo de toda esta agresión fue sencillamente el deseo de Valentina de ponerle fin a la relación que mantuvo con ese tipo.
Su agresor F. N. ha cometido una serie de delitos, pero hasta este momento y pese a todas las pruebas presentadas no se ha dado su vinculación a proceso, ni se le ha garantizado a la víctima que su agresor no saldrá del país de forma impune.
Desde aquí instamos a la Fiscalía a garantizar el acceso a la justicia de Ale y de tantas más que siguen esperando, esperando, resistiendo y volviendo a esperar.
Lo importante de cada caso que es llevado a Fiscalía es que: el miedo cambió de bando. Hemos aprendido que nuestros cuerpos desnudos no tienen nada de qué avergonzarnos, vergüenza él. Ahora quien pide consideración es F.N., quien pide desesperadamente “que se retire la denuncia” es él, pero no lo va a lograr, no vamos a dejar de tocar puertas, de ingresar promoción tras promoción, ni de presentar pruebas, hasta que el agresor digital tenga una sentencia firme y responda por sus actos delictivos.
Ale querida, no estás sola, tienes la voz de todas las que aceptamos #LeyOlimpia no sólo como una reforma sino como una causa. Gracias por resistir y luchar por tu vida. Como dijo nuestra querida Prania, hoy sólo tengo una pregunta para ti: ¿Ahora, quién tiene miedo?