Aveces el santo nos vuelve la espalda, hay momentos de mal fario, como diría el gitano, de gafe; tiempo para decir lagarto, como cuando aparece la bicha, lagarto y más dedos de cuerno de nueva cuenta porque sin un poco de fortuna sólo queda la mala fortuna y cuando uno ya cree tener la suficiente edad para hacer pronósticos sabihondos sobre algo tan complejo y por tanto imprevisible como el juego americano de pelota, conocido como “El rey de los deportes”, toda la sabiduría acumulada en años y años de macanear y revirar bolas al “jom” desde la segunda base, se va por el caño, porque primero el joven Urías se nos desinfla como un globo de Cantolla y pone la gloria de la patria por los suelos, porque una cosa es perder una entrada y otra recibir en ese breve lapso, tres jonrones, tres, como si estuviera regalando dulces en la puerta de la escuela, y entonces los señores Dodgers (tramposos, sablistas y demás, los define Arturo Cuyas en su célebre diccionario Inglés-Español), se marchan por donde vinieron con todo y la entusiasta esperanza de los paisanos angelinos o mexicanos de este lado de la frontera, porque no toda golondrina hace un verano ni se hallan con frecuencia garbanzos de libra y media como el, gran Toro Valenzuela, sobre todo cuando el bovino favorito de la dehesa es el de Chilpancingo, quien con todo y su vaquita decorativa nada más mira como se le incendia el reparto de carteles enemigos en Acapulco y otros sitios de la agreste, abrupta y primitiva tierra guerrerense donde no es norma frecuente la venta de niñas como si fueran vaquitas de otra naturaleza, pero sí llega a suceder y bastan unos cuantos miles de pesos para conseguirse una esclavita de por vida (casi siempre mala vida), con el pretexto de un matrimonio sin amor, respeto ni decoro, pero las cosas son así y no tiene caso seguir con estas cosas si hablábamos del fallido pronóstico beisbolero, materia esta de la supuesta erudición de nuestro bien amado líder quien ha sembrado de diamantes la tierra prometida; es decir, México, porque una vez terminada la inconclusa “Cuarta Transformación”, cuando la patria este toda iluminada con lámparas de kerosén y quinqués de petróleo diáfano, los ríos serán de leche y miel, pero mientras pues la lecha resulta mala y la miel no se da tan dulce como quisiéramos porque el mundo nos hace ver nuestras carencias y llegamos alegres y satisfechos (al menos en el gobierno) a la etapa final de la primera parte del Programa Nacional de Vacunación, llenos de patrañas estadísticas y panteones repletos, porque como dice el doctor Elderly, no somos la muestra o el ejemplo mundial de medicación efectiva, pero tampoco somos el peor país del mundo en el manejo de la pandemia, lo cual resulta muy significativo y alentador, sobre todo para esos quinientos o seiscientos mil muertos por causas directas o relacionadas con el coronavirus, cuyo deceso, en alguna proporción pudo haberse evitado, pero no fue de esa manera, fue de esta otra, y cuando negamos la realidad, una nueva realidad hace su aparición y nos pone su duro rostro frente al espejo empeñado por nuestra conveniencia (¿connivencia?) y nos dice, ya párale con los cuentos, pero no es cosa digna de un cuentista respetable renunciar a sus fábulas y fantasías y entonces no importan los dichos, los muertos, muertos están y los Bravos de Atlanta son campeones aunque estos temas no guarden relación entre si y se trate de cosas bien distintas aunque viéndolo bien son asuntos similares porque esta forma se gobernar parece a veces un juego como el del Calamar, cuya repentina fama planetaria nos abruma a todos de uniformes rojos con caretas decoradas orara distinguir las escalas de mando, con la básica geometría de triángulos, círculos y cuadrados, como de seguro se clasifican los morenitas; a Taibo, careta circular; cuadrada para Mario Delgado, su dirigente favorito; un triángulo para Rocío Nahle o algunos de los diputados, como el coordinador Mier (da miedo), porque así de cuadrado es el criterio de los señores diputados de Morena quienes ya vieron escurrirse entre sus manos la discusión en este periodo de la célebre contrarreforma energética cuyos planteamientos estatistas, anticompetitivos, regresivos, contaminantes y usureros, no han sido bien vistos en ninguna parte del mundo, especialmente en Glasgow, Escocia, donde el planeta se dio cita para decir, ya basta pues, estamos convirtiendo la tierra en un retrete, lo cual a México no lo ponen en un brete, pues la secretaria de Medio Ambiente ( de membrete), llega tarde, cuando de manera remolona se firma el compromiso planetario de reforestación no obstante la autopromoción del programa “Sembrando vida”, cuya superficialidad lo hace ver como si fuera obra de alguien tirado a la bebida, pero en fin, así somos y así nos disponemos ya a celebrar el día 9 la cátedra magistral en la insignificante presidencia del Consejo de Seguridad de la burocrática ONU, de nuestro (una vez más), bien amado líder cuyos planteamientos bien podrían haber sido presentados, con más propiedad diplomática a consideración de la Asamblea General, pero (siquiatra al fin), Juan Ramón de la fuente es experto en lavados de cerebro y le ha aplicado detergente con motitas de limón a la presidencial, masa encefálica y le ha hecho confundir lo gordo con lo hinchado, y allá vamos a Nueva York para confirmar con los propios ojos la decadencia del neoliberalismo en el mundo y a decir, con un suspiro provinciano, el mundo es ancho y ajeno, o ni tanto, ni tanto…