En las elecciones presidenciales del 2018, AMLO obtuvo 30 millones de votos, el 54.7% de los emitidos en dicha elección. En las elecciones intermedias del 2021 el porcentaje de el partido del presidente y sus aliados fue 44.4%, 21 millones de votos.
¿Por qué hablar de política en una columna de estrategia de ventas?
Los candidatos son “productos” que los votantes “compran” basados en el “posicionamiento” que tienen en su mente sobre cuál es la mejor opción para ellos y/o el país. El candidato que tenga mayor “market share” (participación de mercado), gana la elección.
Una vez que el candidato gana, y ya fue “comprado” por los electores (“clientes”), es posible comenzar a medir en éstos el nivel de “satisfacción” recibido; el cual es una simple resta de la percepción del “servicio” recibido menos la “expectativa” que tenían al inicio. Dicho de otra manera, entre más alta haya sido la expectativa, más alta será la exigencia para que el cliente se sienta realmente satisfecho.
Elecciones 2018.
AMLO fue una aplanadora en las votaciones, el candidato a presidente con más “market share” desde 1982. ¿Cómo lo consiguió? Atendió una necesidad muy clara del electorado: ¡No más corrupción! Ninguno de los otros partidos conocidos podría haber encabezado esta postura. Alineó su “ventaja competitiva” a la “necesidad del mercado”. Su oferta era muy diferenciada y la oportunidad de mercado muy amplia, y la forma de comunicarla muy clara. Además de ser un buen “producto” para dicha necesidad, con 18 años en campaña, su “comercialización” ayudó a que dicho “producto” fuera conocido en todo el país.
Elecciones 2021.
En éstas, AMLO/Morena y aliados, perdieron el 10% de “market share”. Sobra decir que la “expectativa” en el país era altísima (por lo menos para el 54.71% de los mexicanos), por lo tanto la “percepción” del servicio que recibirían también tendría que serlo, de otra manera la “satisfacción” bajaría considerablemente. No es difícil explicar esa dramática caída en el nivel de satisfacción, reflejada en los votos; considerando que la corrupción no desapareció y hasta gente cercana al presidente ha aparecido en videos cuestionables. Su principal promesa (“ventaja competitiva”) no ha sido entregada. Además, su mercado se va reduciendo conforme genera insatisfacción en segmentos de población como: niños enfermos de cáncer, asociaciones de beneficencia, fideicomisos, medios de comunicación, conservadores, Conacyt, inversionistas, ecologistas, y ahora hasta su alma mater, la UNAM.
¿Qué va a pasar?
En los modelos estratégicos de Salexperts planteamos que el “producto” te da la tendencia en el largo plazo. Cuando éste lleva varios años perdiendo “demanda” (deseo del mercado por comprar un producto) tienes que REDEFINIRLO. La “comercialización” no cambia tendencia (a crecer o decrecer); te da volumen de venta.
Mientras el presidente no se redefina como “producto”, y ofrezca nuevos beneficios, seguirá perdiendo “market share”.
Sus mañaneras han sido una gran estrategia de comunicación pero forman parte de la comercialización, no del producto; de tal manera que promocionan un producto que está perdiendo atractivo. Imagina que intentas vender un jamón que no sabe rico en supermercados repartiendo muestras gratis. Tus ventas bajarán más rápido, ya que aceleras que el mercado conozca que no es un buen producto. Las promociones son aceleradores de tendencias.
Desarrollé el ejemplo de AMLO porque es lo que nos atañe en el presente. Sin embargo, debo decir que los últimos 4 presidentes del país (hay de todos los partidos) han perdido entre 6% y 11% del apoyo ciudadano en sus primeros tres años.
El país requiere que los presidentes sean mejores “productos” para que los ciudadanos estemos más satisfechos en el largo plazo, no excelentes “comercializadores” cuya misión es sólo llegar, mas no mantenerse.
De la misma manera nuestras empresas requieren productos valiosos para sus clientes leales, quienes representan alrededor del 90% del ingreso total.