Bien sé, querido amigo, cuáles fueron tus motivos para irte de México. Conozco tu desencanto, tu amargura, tu desilusión. Muchas veces te dije, no te vayas, este gobierno tiene muchas cosas buenas, y tu me decías, ¿cuales?, y yo te enumeraba como dos.
Pero eso ya no tiene ningún sentido ahora porque tu ya escogiste tu camino y de seguro vives contento allá en Puerto Príncipe, atendiendo tu puesto de jícamas con chile piquín importado de Acaponeta. A ver si uno de estos días te acompaño.
Pues bien, déjame decirte algo, muchos de tus motivos ahora son míos, pero por razones de mi edad, resulta complicado moverse a otra parte. No se si haya una sucursal del Banco del Bienestar en el exilio, como para cobrar mi peje pensión de anciano necesitado. Además, el gobierno me prometió alegrías infinitas en días recientes.
Pero al final descendió sobre mí la negra nube del desencanto. Pura tristeza. Ese es el regalo de la realidad.
Una de esas alegrías, pensaba yo, es la clarividencia del señor presidente en asuntos deportivos. Bueno, en béisbol, espectáculo maravilloso en el cual se aloja la única astilla monárquica de nuestro excepcional mandatario quien como todos sabemos al único rey a quien le rinde fidelidad es al Rey de los Deportes. La pelota caliente, pues, como dicen allá en Veracruz, tu tierra.
Pero, ahora las cosas han cambiado mucho.
Ya no hay tema inspirador de confianza en el señor presidente. Y no veas cómo duele esta decepción, esta pérdida de imagen de quien yo decía, este si sabe, ni sueñen con el Mago Septién, Fray Nano o Sonny Alarcón o mi amigo Burak; no, este le gana al “Huevo” Romo y a Fernando Valenzuela.
La plena sabiduría practicada, además, con arte de macanazo en el diamante de los tranviarios (sin tranvías, pero con campo de béisbol), al menos una vez a la semana.
No importa si se le desgarró un músculo, a mi se me ha desgarrado el alma, si eso pudiera ser dada su inmaterial condición, pero, en fin.
Mira; yo estaba dispuesto a no tomar en cuenta el respaldo del gobierno federal a la marioneta Evelyn Salgado, quien como tu sabes (maravillas de la Internet), aplica las instrucciones de su padre, Don Toro Macedonio, en su incipiente mandato en Chilpancingo.
Papá Salgado es una especie de Papa Doc. Y te digo esto por tu vecindad haitiana.
También estaba yo dispuesto a no tomar tan en serio los ataques contra la UNAM, porque como dice Juan Ramón de la Fuente, “Por mi chamba callará el espíritu”.
Lo mismo me sucede con los otros temas, no me importan ni el Sistema Aeroportuario del Valle de México (como va a preocuparme si no existe); ni la quimera del Tren Maya ni mucho menos la refinería de Dos Bocas.
Lo alentador, lo realmente impulsor del entusiasmo, es la capacidad del señor presidente para esperanzar, porque la semana pasada, cuando se jugaba la postemporada y los Dodgers acababan de perder otro juego, insistió en su pronóstico:
“…Además, sólo desear que le vaya bien a los Dodgers. Ayer no fueron bien tratados, a Julio lo maltrataron (no lo maltraron, le metieron tres jonrones en una entrada), pero –como se dice en la frase clásica del béisbol, esto no se acaba hasta que se acaba– tienen posibilidad todavía de salir adelante.
“Y ya en la Americana ya va avanzando Astros. Mi pronóstico en la Serie Mundial ERA, SIGUE SIENDO, Astros-Dodgers, entonces parece que ya Astros va adelante, aunque todavía falta un juego y en el caso de Dodgers todavía, aunque van perdiendo tres juegos contra uno, le falta uno a Atlanta para pasar y al Astros un juego, pero hay que esperar….”
Total, ni madres.
Como decía Yogi Berra:
“–Es difícil hacer predicciones… especialmente sobre el futuro.“