En la marcha del jueves 21 de octubre en Querétaro, un grupo de organizaciones piden que el gobernador de Querétaro, Mauricio Kuri González, rechace publicar la iniciativa de ley de la legalización de los matrimonios entre personas del mismo sexo. Nos encontramos con la reiteración de argumentos y visiones obcecadas y tramposas de la realidad. Insisten en una visión binaria del género, con argumentos pseudo científicos sobre lo que es “natural”, “los homosexuales no cumplen con esos “parámetros”, es decir, no son “naturales”, argumentan el dogma de la complementariedad de sexos para la formación de la familia, sólo entre un hombre y una mujer. Se aferran a dogmas y creencias superadas por la sociedad, la cultura y la ciencia. ¿Qué es ser hombre y qué mujer?
Lo primero que hay que desechar científicamente es la idea del sexo binario: hombre-mujer. No sólo existen discrepancias en los aspectos cromosómicos y hormonales en donde se presentan síndromes que dificultan la definición sexual de una persona, por ejemplo, las alteraciones heterocromosómicas determinan ciertos síndromes, como el de Turner, el síndrome de triple X, o el síndrome de duplo “Y” que determinan ciertas características morfológicas de quienes los portan.
Al nacer, un bebé tiene cinco capas de sexo, un óvulo o un esperma quizá carezcan de un cromosoma sexual o tengan uno adicional. El embrión resultante tiene un sexo cromosómico poco común —XXX, XXY, XYY o XO—. Así que, incluso si se considera sólo la primera capa del sexo, hay más de dos categorías. Sin embargo, en el sexo cromosómico, cada capa subsecuente no siempre se convierte estrictamente en un binario. Además, las capas pueden entrar en conflicto entre sí, una siendo binaria y la otra no: un bebé que tiene cromosomas XX puede nacer con un pene, y una persona que tiene cromosomas XY puede tener una vagina, etcétera.
Existen ciertas células cerebrales que estimulan los niveles y patrones hormonales del hombre o la mujer adultos, los cuales provocan la maduración sexual adulta. Money llamó a estas capas sexo hormonal puberal y sexo morfológico puberal. No obstante, éstas también podrían variar mucho, más allá de una clasificación binaria.
Una persona puede ser cromosómicamente XY, pero sus células pueden ser insensibles a la testosterona (Androgen Insensitivity Syndrome, o AIS, en inglés). Del mismo modo, las hormonas sexuales influyen en el deseo y por lo tanto en la libido. El grado de complejidad para determinar el género es mucho mayor. En el sistema límbico se encuentran las principales estructuras que regulan las hormonas y el deseo sexual. No se atribuyen a partes separadas, se asocian con el apetito (área hipotalámica lateral) y la saciedad (núcleo ventromedial del hipotálamo), las respuestas sexuales, y la regulación de los ritmos circadianos (sueño y vigilia). El cerebro funciona como un todo.
Lo tramposo de las mantas y de los reclamos de estos señores y señoras conservadores es que tratan de simplificar de una manera muy burda lo que es intrínsecamente complejo. Es imposible usar una prueba genética simple para determinar el verdadero sexo. No es científico decir que existen sólo dos géneros. De esta manera llegamos a encontrar personas con genitalidades específicas muy diversas, con distintos tamaños del pene, del clítoris, con características de los órganos combinadas, ausentes, magnificadas, alteradas, con especificidades sexuales secundarias muy diversas en lo externo y en los órdenes orgánico, hormonal, cerebral, sináptico, cromosómico y con abundancia o deficiencia de determinados neurotransmisores, trastornos y disforias, pero el meollo del asunto no se encuentra sólo en lo orgánico, en lo hormonal o en lo psicológico, sino en la interpretación psicoanalítica y ésta es necesariamente mucho más compleja.
La dualidad sexual no es más que una simplificación, cada sujeto interpreta su sexualidad con una infinidad de variantes y las inviste con cargas afectivas muy particulares. El sexo se construye en el inconsciente, independientemente de la anatomía, la fisiología, la sociología, la filosofía, la política o la religión, por lo que se subraya el papel del inconsciente en la formación de la identidad sexual y la inestabilidad de tal identidad, impuesta en un sujeto que es fundamentalmente bisexual. Lo subjetivo incluye la forma individual en que el dato biológico o sociológico es simbolizado en el inconsciente.
Preguntarse cómo han sido inscritas, representadas y normadas la feminidad y la masculinidad implica un análisis de las prácticas simbólicas y los mecanismos culturales que reproducen el poder a partir del eje de la diferencia anatómica de los sexos. Esto requiere decodificar significados y metáforas estereotipadas, cuestionar el canon y las ficciones regulativas, criticar la tradición y las resignificaciones paródicas.
Es necesario deconstruir los procesos sociales y culturales del género y comprender las mediaciones psíquicas y profundizar en el proceso de la constitución del sujeto: La historia familiar, el nacimiento, el destete, la solución del complejo de Edipo etc. el papel del padre y de la madre en la construcción del ideal del yo. El mérito del psicoanálisis está en analizar, en mostrar cómo los sujetos aprehenden y vuelven subjetivas estas relaciones sociales e históricas, y confrontar el contenido de esas relaciones inconscientes en la clínica.
El psicoanálisis explora la forma como cada sujeto elabora en su inconsciente la diferencia sexual y cómo, a partir de esa elaboración se posiciona su deseo sexual y su toma de conciencia de género, cualquiera que éste sea. De esta manera, la identidad social de las personas, como mujeres u hombres, la identidad de género y la identidad sexual, estructurada en el inconsciente no son lo mismo, esto se expresa con mayor claridad cuando la identidad sexual no corresponde con la identidad de género. Por ello existe una variedad infinita de percepciones sobre el género.
El psicoanálisis rompe con la idea de la complementariedad, especialmente con Lacan, quien señala que la complementariedad es imaginaria. ¿Quién es hombre o mujer? ¿Quiénes cargan con los cromosomas que les corresponden? ¿Quiénes se sienten como tales o quiénes son reconocidos así por su entorno social? ¿Qué ocurre con las personas que aceptan los emblemas correspondientes a la masculinidad y a la feminidad, aunque el cuerpo no corresponda a tal prescripción? Muchos de los manifestantes, se exhiben exigentes sobre esta dualidad sexual, para ocultar su propia homosexualidad, el secreto está en desactivar esa presión social absurda. Así pueden evitar esa presión y manifestarse tal cual son, sin presiones sociales inaguantables.
Tratar de presionar para que esta complejidad se disuelva y se llegue a la simplificación de la visión binaria de los sexos es tan absurdo como insistir en la “terra plana”, sólo porque nuestra corta visión miope no permite ver la curvatura del horizonte. Existen muchas formas de comprobar la redondez de la tierra, tantas como la complejidad de los sexos. No se puede exigir que todos seamos miopes. No es científico.