Después de una semana de bombardeo mediático sobre el PAN, por la fallida reunión y adhesión a la Carta de Madrid, sólo queda verla de lejos. Casi todos se deslindaron de Vox, el casi es importante, porque no fueron todos y la carta está ahí, firmada. Pero eso no importa, a nadie le importa que un grupo minoritario del PAN se haya adherido o no a una carta surgida del pasado y del presente más horrendos de la historia de España. Precisamente, en este mes de septiembre, por las mismas fechas en que el representante del partido franquista, Abascal, nos trae la carta envenenada de Madrid, se conmemoran 83 años del exilio español. Evento que es necesario recordar como la más gloriosa aportación de España a la vida educativa, cultural y social de México, como un abrazo simbolizado por la X con que se escribe MéXico, que deja atrás la escritura colonial de nuestro país con “j”.
Vale la pena la comparación entre un evento y otro. Por un lado, el Sr. Abascal induce a los políticos panistas y uno que otro despistado del PRI, como el Doctor en Derecho Manuel Añorve (Bien le haría leer un poco de Historia y actitud revolucionaria a este inculto priista) a los compromisos del partido VOX, en la envenenada Carta de Madrid, con posiciones claramente racistas, antifeministas, coloniales, franquistas, antiabortistas y anticomunistas, que representan la posición más retrógrada del espectro político de España.
Por otro lado, el exilio español en México significó una aportación valiosísima. Aunque existen algunas variaciones en cuanto a los números, la mayoría coincide en que llegaron a México alrededor de 5000 profesionales calificados, 2700 catedráticos y profesores tanto de educación básica como profesional, muchos de ellos fundaron el equivalente de la Casa de España, el Colegio Madrid, donde estudiaron inicialmente los hijos de esos refugiados españoles y que ha aportado tan buenos frutos al sistema educativo mexicano. Enriquecieron a la Casa de España, posteriormente transformada en El Colegio de México, a la UNAM y al recién creado IPN, además de numerosas instituciones privadas. Llegaron también militares, sobre todo de la rama de la aviación. Un grupo de médicos, alrededor de 500, constituyó un aporte muy importante en la fundación del Ateneo Ramón y Cajal, dirigido por el Dr. Manuel Márquez, discípulo del sabio español, eminente investigador y descubridor de las neuronas, Ramón y Cajal. Ignacio Bolívar se encargó de regularizar su participación inmediata en investigaciones, docencia y producción intelectual en México.
La Casa de España se transformó posteriormente en El Colegio de México, presidido por el ilustre intelectual mexicano Alfonso Reyes. Desde tiempos de la Casa de España fue notoria la producción editorial de revistas memorables como: España Peregrina, Las Españas, Romance, Litoral, Diálogo de las Españas, La Nostra Revista, Ultramar, Ciencia, Los Sesenta, Pont Blau, Quaderns de l”Exili, Mundo, Los Cuatro Gatos. Hazaña personal de Max Aub fue la edición de El Correo de Euclides, revista de contenido irónico y fabuloso que obsequiaba a sus amigos a fin de año. Colateralmente, los escritores del exilio animaron, con sus colaboraciones, revistas nacionales, como Letras de México, Taller, El Hijo Pródigo y Cuadernos Americanos, así como los suplementos culturales de El Nacional y México en la Cultura. Toda una larga contribución al esplendor de la letra impresa, a la cual pertenece la creación e impulso de editoriales asociadas a nombres como José Bergamín, Juan Larrea, Eugenio Imaz, Juan Grijalbo, Joaquín Díez Canedo, etcétera. Yo tuve la suerte de conocer de cerca a dos ilustres exiliados, Rafael y Tomás Segovia. Rafa fue mi maestro de Historia de Europa y a Tomás lo conocí a través de su inconmensurable obra relacionada con el Psicoanálisis y Literatura.
Es en estas remembranzas es donde se aprende que el cruce de la X de México, representa un abrazo de culturas, un cruce de experiencias positivas entre dos pueblos, que si bien es necesario el pedir perdón por la destrucción que hicieron los españoles de las culturas originarias de estas regiones de América, también, hay que decirlo, se abrazan fraternalmente en coyunturas de dolor y heroísmo, como lo sucedido en España en la Guerra Civil y en Europa durante el nazismo y la Segunda Guerra Mundial. Todo lo contrario de lo que propone VOX en México: discriminación, racismo, clasismo, odio al fantasma del comunismo, visión que confunde cualquier avance y conquista social con amenazas y caos. De eso huyeron los exiliados españoles. Hay que quitarle la x a Vox y escribirlo como se debe en español, con z, de soez.