Respondo y aclaro. Respondo a mis buenos amigos de Morena, que se me vinieron de a montón, diciéndome unas majaderías que podrían ruborizar a Polo Polo. El motivo de su indignación fue lo que escribí en el anterior artículo: “El priísmo no es tener credencial del PRI, priístas son todos, el priísmo está en el genoma de toda la clase política. En la peor versión de la cultura de este partido…”. Un ejemplo actual que ilustra mi hipótesis. Delfina Gómez, Secretaria de Educación, que al parecer tiene más muertos bajo la alfombra que el edificio derrumbado en Miami. Cuando fue Presidenta Municipal de Texcoco, se tomó la pequeña libertad de descontarle para su causa política el 10 por ciento a 550 empleados del municipio, durante más de dos años . ¿Saben quién inauguró este método de darle un pellizco a los sueldos de los empleados municipales? Fue Emilio Portes Gil, para el abuelito del PRI: el PNR.
En la presidencia de Zedillo, el Secretario de Educación, se ostentó con un título académico que no tenía lo que le costó la renuncia. La actual Secretaria de Educación, después que la autoridad la consideró culpable de burda extorsión partidista, sigue tan campante, dando más justificaciones y maromas, que ya son envidia de los actores del Cirque du Soleil. Creo que en Morena, como en todos los partidos, hay gente honorable y de primera, pero en Morena se impone la conseja de las Farmacias del Ahorro: son lo mismo, pero más torpes que los priístas.
Una buena amiga perredista me dice que no fui claro al explicar la especial necesidad de reivindicar la buena fama de la política y los políticos ante la pandemia. Trato de aclarar. No se puede construir un frente común no sólo contra el Covid, sino también contra el cambio climático y la desigualdad, sin la participación de la sociedad civil, los trabajadores, la gente del campo, el capital privado, los medios de comunicación, los intelectuales. ¿Quién va a coordinar todos los esfuerzos de actores tan disímbolos? Sin duda la mayor responsabilidad es de las autoridades. Pues. “Poder que se cede, poder que se concede”. En el temblor del 85 el poder público desertó y fue la sociedad organizada y hasta grupos empresariales los que tomaron la batuta de la reconstrucción. Fue un golpe del que no se pudo recuperar el gobierno de Miguel de la Madrid.
El primer reto de la clase política que llega al poder en Querétaro es ganarse la confianza de la ciudadanía. Para no especular mucho sobre la importancia que tiene la confianza, recurramos a una reflexión de un gran sabio oriental. Cuando le preguntaron a Confucio sobre qué se necesitaba para gobernar, el Maestro contestó: “Suficiente alimento, suficientes armas y la confianza de la gente”. El alumno le pregunta: “Supongamos que uno se ve obligado a carecer de una de las cosas que quedan ¿cuál es la que podría omitirse?”. El Maestro dijo: “Las armas”. El alumno vuelve a preguntar: “Supongamos que uno se ve obligado a carecer de una de las dos, ¿cuál es la que podría omitirse?”. El Maestro dijo: “El alimento. Porque, desde la antigüedad, la muerte ha sido el destino de todos los hombres, pero un pueblo que ya no confía en sus gobernantes está definitivamente perdido”. ¿Cómo se gana la confianza? Lo analizaremos en la próxima entrega.