Colocada desde un principio en una posición ajena a sus conocimientos y experiencia; extraña en los campos de la negociación política; Olga Sánchez Cordero –como tantos arúspices lo habían vaticinado–, dejó la secretaría de Gobernación con la efímera gloria de haber sido la primera mujer en ocupar el segundo puesto del país, pero con la pena de no haber dejado siquiera una mínima huella de su paso por las oficinas donde antaño se preparaban los presidentes de la República y soplaba el viento cuya pericia movía las hojas de los árboles.
Hoy la secretaría es un armatoste desvencijado. Ya no controla nada. Su interlocución ha sido absorbida o abandonada. En el primer caso por el presidente mismo quien no gobierna a través de esa secretaría sino de sus propios micrófonos mañaneros en un escenario teatral sobre cuyas tablas los miembros del gabinete se mueven como marionetas de un guignol de floreros.
Alguna vez la ministra en retorno, ahora secretaria en retiro y pronto senadora en retiro, se prometió a si misma concluir el encargo para darle valor sexenal a su condición femenina en tan importante puesto. La Cuarta Transformación se cansó de decirlo: la primera mujer en Bucareli.
Hoy les dejan el campo libre a sus críticos, la primera mujer no pudo terminar el sexenio. Injusta observación. cuya insidia –sin embargo–, circuló ayer en corrillos y murmuraciones de las pérfidas redes sociales bendecidas sin tino por el presidente cuyo dedo se afirma cuando apunta hacia su amigo, compadre del alma, querido amigo y paisano –de López a López–, Adán Augusto, quien a su nombre de galán de telenovela, agrega el valor de la sombra de su actual jefe, al extremo de ser señalado por algunos orgullosos tabasqueños como el verdadero “caballo negro” en la carrera por la adelantada sucesión presidencial.
Total, si tantos presidentes salieron del palacete de Cobián, no sería extraño ver a uno más, así se opongan a sus aspiraciones, si las tuviera, los méritos invisibles de Claudia Sheimbaum desde el Zócalo.
Pero, como se quiera ver esta salida del grupo gobernante, ya produjo un bien a la patria: permitió la ausencia de una advenediza de la política, la señora Jesusa Rodríguez, cuya mayor aportación a la historia legislativa nacional fue parlotear acerca de los puercos, la conquista, las carnitas y las marranas.
Sólo para eso le dio su verborrea de bataclán. Ahora se irá de regreso a su teatro, donde indudablemente hace las cosas mejor. Mucho mejor. Al menos ahí causar risa es mérito en la escena.
La inclusión en un gabinete presidencial se debe a varios factores. El talento especializado, la actividad política en el partido dominante; la capacidad de gestión, la habilidad de negociación, la representatividad, la fuente propia de poder, la fidelidad o la conveniencia transitoria.
La salida de un gabinete se debe nada más a la incompatibilidad entre la persona y el cargo. El desempeño y la expectativa. Esa condición se puede producir por falta de confianza del jefe o por falta de respeto del subordinado.
No confundir falta de respeto con injuria o descortesía, pero cuando un hombre o una mujer en el mando, se equivoca y se equivoca y quiere obligar a su subordinado a errar con él, en lugar de escuchar sus consejos, la incompatibilidad resulta tan fea como un mal matrimonio. O una mala sociedad.
Y vienen las renuncias o los ceses.
Porfirio Muñoz Ledo ha atribuido la salida de OSC a una constante circunstancia de desacuerdo con las políticas presidenciales, especialmente en el campo judicial. Suena lógico.
Quien sabe si haya sido eso, pero hace muchos meses yo hubiera aceptado cualquier apuesta sobre su abdicación, renuncia o cese, cuando dijo solemnemente, así se haya retractado después con mayor solemnidad y menor efectividad:
“(EXP).- La secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, denunció que ha hecho frente a una serie de obstáculos como la exclusión, bloqueos y misoginia a lo largo de su carrera, inclusive dentro del gabinete de seguridad del gobierno federal que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador.
“Muchos de estos retos fueron demostrar la capacidad de una mujer tanto o más, pero el reto fue doble, no solamente para llegar, sino para demostrar y por supuesto que dentro del gabinete, inclusive hoy en día, hay temas de misoginia muy considerables”, señaló la funcionaria este martes.
“Al participar en un evento virtual organizado por el Museo de la Mujer, en el marco del 67 aniversario del voto femenino, Sánchez Cordero detalló (octubre 2020) que ha sido víctima de este tipo de prácticas en el gabinete de seguridad, el cual se reúne diariamente por las mañanas con López Obrador.
“En estos gabinetes de seguridad exclusivamente de varones en donde en ocasiones mi opinión, y no lo digo por el presidente, al contrario, el presidente siempre me ha dado mi lugar, pero entre los miembros, una participación mía podría inclusive no ser tomada en consideración en ese momento, aunque yo tuviera la razón”, denunció”.
Dicho de otra manera: no me toman en serio.
“Ahí está el quiebre y precisamente la diferencia política y es toda una construcción ancestral”, explicó.
El reto y la lucha es deconstruir lo que ancestralmente se construyó; es brutal el tema”.
Y en esas condiciones el patriarcado se expresa con su paradoja. Ella se va y entra Adán Augusto. Privilegios del mando.
O simplemente el agotamiento de un experimiento en el infinito campo de la oferta publicitaria, de la propaganda renovadora.
Y ahora, a luchar en otra arena… llena de leones.