Ahora parece lugar común hablar de Afganistán y los talibanes. Pero lo cierto es que este asunto es de larga data y tiene repercusiones en múltiples dimensiones, niveles y áreas. Un breve recuento histórico nos llevaría a entender un poco mejor lo que pasa ahora en este país. Dentro de los efectos colaterales, quisiera, en esta ocasión, hacer notar las repercusiones que tendrá el colapso estadounidense en Afganistán sobre Paquistán. Al parecer este país es el ganador de este fenómeno, pero es relativa su ganancia.
La pérdida de cohesión social se ha convertido en uno de los elementos de mayor vulnerabilidad para el país ante la radicalización islámica. Paquistán enfrenta una sociedad fragmentada, con amplia participación de grupos protalibanes, con los que comparte el origen pashtún. Este país apoyó fuertemente al grupo talibán que llegó al poder después de cruentas luchas fratricidas de los mujaidines y existen facciones talibanes en el ejército paquistaní y en la sociedad, que podrían significar riesgos para la seguridad regional. Desde los 80s, Carter y su consejero de seguridad nacional, Zbigniew Brzezinski, apoyaron abiertamente a los mujaidines a través de Paquistán, en su lucha contra los soviéticos. La coalición de entonces incluía a Estados Unidos, Paquistán, Reino Unido, Arabia Saudita, Egipto y China. Ahora es una coalición imposible.
La ocupación soviética no sólo dejó más de un millón de muertos y millón y medio de heridos, sino más de seis millones de refugiados, principalmente en Paquistán. Los miles de refugiados se instalaron en ciudades fronterizas, especialmente Peshawar y Quetta. Estos se han convertido en uno de los más graves problemas del país, potencializado ahora por la presión abrumadora de miles de colaboradores de las potencias occidentales de la OTAN, que ven peligrar sus vidas ante la embestida talibán.
La acción bélica norteamericana dio lugar, hace veinte años, a más de un millón de refugiados en Paquistán. Este país tuvo que movilizar el ejército a la frontera afgana para tratar de detener la entrada de más refugiados y de militantes talibanes al país. Paquistán comparte dos mil 240 Kms. de una frontera sumamente porosa con Afganistán, a la que se agrega un tráfico intenso de opio.
Durante los diez años anteriores, Paquistán fue el país al que llegaron más de 25 mil árabes que iban, entrenados por la CIA, a la “guerra santa” en Afganistán, entre ellos estaba Osama Bin Laden. La guerra civil, después de la retirada soviética, propició el incremento de combatientes de otros países, sobre todo los Talibán apoyados por Paquistán. La Alianza del Norte intentó lograr una mayor presencia de la etnia protalibán Pashtún, con mucho la mayor (40%) en relación con los Tadjik o los Uzbekis de la Alianza del Norte. Esta es enemiga de Paquistán y está apoyada por Rusia, Irán e India.
La acción de las fundaciones árabes, en Paquistán y Afganistán, se concentró en proyectos de reconstrucción de carreteras, puentes, orfanatorios, hospitales y bunkers. Ello contribuyó a la formación de un prestigio e influencia en ambos países. El desempeño de los fundamentalistas árabes wahabis y deobandis entre los miles de emigrados, dio nacimiento al Talibán (significa estudiante), en las escuelas coránicas de Paquistán. Numerosos grupos políticos y religiosos son protalibanes, entre ellos, una coalición de partidos, el Consejo de Defensa de Afganistán, con adeptos en las principales ciudades de Paquistán; el principal partido islámico, Jamiat-i- Ulema Islam, junto con los partidos jamiat-i-Islam y Jamiat-i Islami. Sin embargo, los líderes de partidos nacionales como el Partido Paquistaní del Pueblo, la Liga Islámica, con la excepción de la facción de Nawaz Sharif, y el Movimiento de Muttajida Qaumi, siguen una línea nacionalista.
Ahora los hechos exhibidos en los medios, nos dan una idea muy clara de la diáspora afgana hacia Paquistán. Miles de afganos que huyen del Talibán, en autos, filas a pie, en animales, como pueden, tratan de llegar a Paquistán. Todas las vías de comunicación hacia Paquistán están saturadas por gente que huye del Talibán.
Durante estos veinte años, se ha producido un cambio en la base social de los cuerpos de oficiales del ejército paquistaní, pasando de las clases medias y terratenientes a los estratos más bajos de la clase media, menos occidentalizados. El proceso de islamización de los mandos del ejército comenzó desde mediados de los ochenta con el presidente Zia Ul Haq, aunque fueron minimizados durante la gestión de la premier Benazir Bhutto, después de la sublevación del general Zahir Ul Islam Abbasi en 1995. Algunos observadores han señalado que los lugares de almacenamiento de material nuclear de fisión pueden convertirse en blancos de grupos radicales, debido a que simpatizantes del Talibán dentro del ejército pueden contribuir a minar la secrecía y el gobierno puede perder el control de las armas nucleares. Esto es una alerta para la India.
La realidad geopolítica se ve alterada por este paso en falso de las fuerzas de la OTAN. Irán, que es vecino de Afganistán, se ve fortalecido por la debilidad del pacto militar en una de sus fronteras. Paquistán ve complicada su posición con respecto a India, la presión de Afganistán tendrá repercusiones políticas, económicas y sociales al interior y busca el apoyo de China, vecino de los tres países: India, Paquistán y Afganistán. China persigue un interés firme por continuar con su gran proyecto de largo plazo: La ruta de la seda por medio de enormes inversiones. Estados Unidos, al parecer, no sólo pierde Afganistán, sino que ve reducida drásticamente su influencia en la región, en la medida en que Rusia y China se fortalecen. Las fuerzas estadounidenses significaron veinte años de una ficción de democracia, de occidentalización, pero, sobre todo, una realidad inconfesada de una corrupción gigantesca.