Federico Arreola
Riqui Riquín
Voy a suponer que Ricardo Anaya ha dicho una verdad. Pero antes aclararé que, en el mejor de los casos, se ha equivocado al pretender adornarla con dos mentiras:
Primera mentira de Anaya: Que AMLO lo quiere meter a la cárcel utilizando a “dos testigos balines”. La falsedad de esta afirmación está en la biografía del presidente de México: no es un hombre capaz de perseguir injustamente a nadie. Se defiende cuando lo atacan, pero solo lo hace verbalmente o mediante acciones de protesta pacíficas. Así que no, Andrés Manuel no busca encarcelar al excandidato presidencial panista.
Segunda mentira de Anaya: “La razón de fondo” de la supuesta —y en mi opinión falsa— persecución de López Obrador contra el exlíder del PAN radica en que el actual presidente de México “no quiere” que Anaya compita en las elecciones de 2024. Conozco a Andrés Manuel, y estoy seguro de que tales vulgaridades de ninguna manera lo motivan.
¿Anaya Inocente?
Ahora bien, voy a suponer que Anaya es inocente, y que cuenta con pruebas de sobra para defenderse de cualquier acusación que le lance la FGR.
Si confía en su inocencia, como ha dicho el propio presidente AMLO, ¿por qué Anaya en vez de huir del país —está fuera de México— no se queda en su casa, contrata litigantes competentes y demuestra que las acusaciones son falsas y que realmente deben ser descalificados por balines los dos testigos que lo acusan.
En redes sociales le han recordado a Ricardo Anaya un episodio reciente de la historia política de México: el desafuero de AMLO en tiempos de Vicente Fox en la presidencia.
Insisto, suponiendo que Ricardo Anaya sea inocente, de ninguna manera puede pensarse que un demócrata como Andrés Manuel haya ordenado arrestar al exlíder del PAN.
En el sexenio foxista las cosas fueron distintas: la presidencia mexicana, el poder judicial, el PAN, el PRI, algunos de los más importantes grupos empresariales, no pocos medios de comunicación y figuras relevantes del sistema político autoritario —Carlos Salinas, Diego Fernández de Cevallos— decidieron encarcelar a Andrés Manuel para impedirle ser candidato presidencial en 2006.
¿Huyó Andrés Manuel? No.
Le quitaron, sí, el cargo de jefe de gobierno —antes pronunció uno de los más emotivos discursos de la historia, frente a los legisladores que lo desaforaron—, se fue a su casa a esperar que se le arrestara, pero confiado en que la gente organizada en la calle lo iba a defender, y fue lo que ocurrió: la presión popular impidió una enorme injusticia.
¿Tuvo asesoría jurídica Andrés Manuel? Sí, de los abogados Javier Quijano y Julio Scherer, entre otros.
No tiene Anaya los tamaños de Andrés Manuel, pero debería defenderse en México. Es una mala estrategia huir y no presentarse a desacreditar las acusaciones. En calidad de fugitivo, lo único que logrará el panista será facilitar el trabajo de los fiscales, que de esa manera tarde o temprano concluirá con un arresto en cualquier lugar del mundo al que haya escapado.
Si se defiende en México, y vence a la FGR, Anaya se fortalecerá políticamente y, entonces sí, será un candidato presidencial de primer orden en 2024. Si insiste en huir, la policía internacional tarde o temprano lo cazará y su prestigio acabará en el lodo.
Si es inocente, Anaya debe dar la cara en México y defenderse. Y si se le castigara injustamente, tendría que exhibirlo. Pero como prófugo, lo único que consigue es que se fortalezcan, en la opinión pública, las acusaciones en su contra.
Alemán Magnani
Los abogados sabrán si es inteligente, o no, huir ante una acusación de la fiscalía. Lo ha hecho Miguel Alemán Magnani, a quien su padre enseñó a ser jefe, pero no a trabajar verdaderamente como empresario.
Se le acusó de haber cometido un fraude relacionado con el pago de impuestos y se fue del país. ¿Qué ganó? Interpol lo persigue y no parece tener salida.
Según su abogado, Francisco Mondragón —un jurista sin duda competente y prestigiado—, al señor Alemán le conviene que el juicio se desarrolle en Francia, donde esta persona, de nacionalidad mexicana, por su padre, y francesa, por su madre, supuestamente tendrá más garantías.
No dudo que así sea, pero alguien que soñó con ser un líder en el mundo de los negocios mexicanos, no está dando el mejor ejemplo de dignidad.
Y bueno, su abogado, el licenciado Mondragón, en poco ayudó a Alemán Magnani al comparar, en Reforma, el caso del nieto del primer presidente civil de México con el proceso en contra de un narco: “(Que esté en Francia) suena conveniente, sí, pero es parte del proceso. Si a usted lo acusan de un delito en México, el juez concede la orden de aprehensión, no hay libertad bajo fianza, y los juicios tardan dos años, tres años, 10 años. El (juicio) del Güero Palma lleva 15 años. Usted está en la cárcel y dentro de 15 años le dicen: ‘ay, usted disculpe, es usted inocente’. No tiene uno que ser muy inteligente para preferir no estar en esa situación”.
Espero que el hecho de comparar a Alemán Magnani con el Güero Palma, no enoje demasiado a este capo y a otros, quienes al menos no heredaron enormes patrimonios y los despilfarraron a tontas y a locas.