En memoria de nuestro amigo y colaborador fundador de Plaza de Armas, Andrés Garrido, recuperamos algunos de sus trabajos publicados en los “Jueves de Queretalia”
Estaba el pasado miércoles 31 de mayo, a las cinco de la tarde, metiendo al garaje mi humilde Fiat 500 L que me regaló el Papa Francisco I cuando recibí una llamada inusual de Lalo Rabel para preguntarme de la muerte de Aurelio Olvera Montaño, el viejo tuno fundador de la Estudiantina de la U.A.Q. y gran director de la Banda de Música del Estado. Después del bajón de energía que me dio la muerte de Alejandro Ledesma Guerra yo ya no estaba para estas noticias. Le pregunté a Lalo de dónde ingaos había sacado dicha información y me dijo que la escuchó en Radio UAQ. Me quedé pasmado y le contesté que lo ignoraba trayendo en el móvil todos los contactos del querido Maestro pero aún así le dí el teléfono de la casa de Yeyo para que le hablara a su inseparable hermana Coquito. De mi garaje a mis aposentos hago como tres minutos (no soy modesto) y me entraron decenas de mensajes y llamadas, entre ellas la voz rasposa y preocupada de mi compadre Chava García Alcocer y la muy juiciosa de su hermano Jaime, por lo que mi esposa Conchita y mi hija Victoria me ayudaran viendo el face book de Miguel Epardo, el ahijado y estudiantino más cercano a Yeyo, ya que a mí me daba miedo preguntar porque iba llegando del funeral del tío Marcelino Chávez Jiménez y por el día ese no quería saber más de la muerte.
Los minutos se me hacían eternos y empezaron a llegar noticias de Paco Sosa en TVQ y de Coco Ontiveros que habían hablado a Funerales Modernos confirmando la muerte del autor de “Querétaro Jirón de la Patria”, “Querétaro”, “Peregrino del Amor” y otras lindezas. Llamé a José Miguel Epardo y me dijo que le hablaría a Yeyo directo al celular, no al 2121473 que es su casa. En pocos segundos Rabell me mensajeó que era mentira y Epardo me dijo que habló con Yeyo y que estaba a toda madre.
Hace un mes, en casa de mi querido compadre Jaime García Alcocer, una veintena de tunos le hicimos un homenaje a Yeyo a quien veíamos decaído porque llegaba el primer aniversario de la muerte de su hermano Luis y vimos a Aurelio entero, quedándose con nosotros hasta las diez de la noche con su amado hermano menor Samuel. Cantó e hizo discursos toda la tarde, no lo vimos mal de salud, es decir, ¡hasta lanzó un pendejo! Que es su palabra favorita. Nos quedamos de ver en el mes de julio de 2017 en el Hípico Campestre para volver a abrazarlo.
Pregunto a Querétaro ¿qué hubiera sido si Aurelio Olvera Montaño se hubiera muerto?
¿Quién tendría más imán para convocar a las serenatas de la Banda de Música y quién cuidaría de la calidad musical en la Estudiantina?
¿Quién agotaría de un jalón todo el pan de dulce de la Panificadora Vienesa de las calles de Juárez a escondidas de su familia?
¿Quién sería el valor musical y moral de decenas de miles de queretanos que pasamos por sus aulas?
¿Quién sería el eterno novio de la terena novia Santiago de Querétaro por la que vivió y luchó sin casarse?
¿Quién nos diría “parrapas” cuando llegáramos a una cita con pantalones negros y calcetines blancos?
¿Quién nos diría pendejos si no tuviéramos la calidad que el momento requería?
¿Quién le dará su pensión a la novia que dejó en 1979 en Granada?
¿Quién reconocerá a Alfonso Núñez Hernández, “El Polivoz”, su hijo más parecido?
¡Qué irreponsabilidad de algunos pseudo comunicadores de no confirmar la noticia!
Yeyo, te amamos; no te vayas nunca.