Quizá porque hoy se conmemora un aniversario más del asalto al Cuartel Moncada, cuya audacia (1953) le abrió la puerta al movimiento revolucionario del cual proviene hasta el actual gobierno cubano, cuya facha es una caricatura del fallido castrismo del siglo pasado, pero los cancilleres (y “cancilleras”) latinoamericanos y caribeños, un verdadero potaje de inclemente verbosidad, se han sentido en México –durante la asamblea de los países del bloque LA y el Caribe–, como en su casa.
Vinieron a escuchar las dulces palabras de nuestro gobierno, cuya generosidad continental lo mismo se expresa en el rescate del soldado Evo, como en el envío de medicinas y vacunas a la isla de Cuba, donde –supuestamente– se había logrado el mayor adelanto sanitario del continente, patraña de la propaganda, expuesta cuando la gente salió a las calles para protestar por la falta de medicinas, ya no solamente de alimentos.
Celebramos aquì, en las hospitalarias tierras mexicanas, tan expertas en iluminar las calles. Y dejar la casa a oscuras, una runión más del “mecanismo” CELAC.
–¿ Y eso qué es?
La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), fue creada en Caracas, República Bolivariana de Venezuela, en el marco de la III Cumbre de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo (CALC) y de la XXII Cumbre del Grupo de Río, reunidas los días 2 y 3 de diciembre de 2011. El acto de creación se llevó a cabo mediante la firma de la Declaración de Caracas”, por parte de las Jefas y los Jefes de Estado y de Gobierno América Latina y el Caribe y en la cual se define a la CELAC como un “mecanismo representativo de concertación política, cooperación e integración de los Estados latinoamericanos y caribeños y como un espacio común que garantice la unidad e integración de nuestra región”.
Pues así, de garrido en garrido se les van las horas a los campeones de la oratoria bolivariana y su evocación de la imaginaria anfictionía desde los tiempos de Don Simón.
Como se sabe las palabras al viento, el arar en el mar, los poemas heroicos, las odas al fracaso, los himnos a la mediocridad, los cantos a la pobreza y la ignorancia, las venas abiertas, son los únicos produtos reniovables de la exportaión latinoamericana.
Mas por desgracia es un mercado endogámico: nadie les compra sus ampulosas ficciones sino entre ellos mismos.
Ahora van a hacer una agencia espacial para enviar zaraguatos al espacio. Una chulada tamaño lagtionoamericano. Gran carcajada.
Pero como es necesario ofrecer algo concreto, el presidente de México, (seguramente alentado, asesorado e inspirado por Marcelo Ebrard, su canciller, quien guarda un pleito personal con el secretario general de la OEA, Luis Almagro, el cual le restregó en los anteojos a nuestro secretario su fracaso como constructor) ha dejado en la mesa la idea de extinguir la OEA (como si fuera la Policía Federal, el INE, el Estado Mayor o la CNDH), por su actitud lacayuna.
–¿De quien es lacayo o lacaya la OEA?
–Pues de los Estados Unidos, aunque haya quien sospeche de Haitì, Bolivia, El Salvador o alguna de esas potencias de futuro espacial.
Hace muchos años un cubano, buen exportador de frases (el canciller Roa), dijo de la OEA: es el ministerio de colonias de los Estados Unidos.
Y es posible. Galo Plaza, secretario general de esa organización a mi me lo dijo de una manera más elegante: “…la OEA tiene un motor de gasolina y Estados Unidos, la gasolina…”
Nadie conoce la utilidad de la OEA y su enanita CIDH. Lo incomprensible es la aportación mexicana de ciento cincuenta millones de pesos anuales (aproximadamente) en su financiamiento. Mejor dicho, financiamos al lacayo.
¿Y si mejor nos salimos? ¿Se aventaría el tiro?
Pues no, pura baba de perico. Así medimos la congruencia.