El presidente López anunció el regreso a las clases presenciales. “Nada hay que lo impida” ha dicho. ¿De verdad lo cree?. En julio han aumentado los contagios. Casi un cuarto de millón de defunciones. En respeto al federalismo, cada entidad deberá decidir, considerando siempre salvaguardar la salud de los niños. Solo en condiciones seguras, responde Tlaxcala. Nada todavía está determinado, apunta el gobierno michoacano dado que se prevé un probable repunte. Querétaro, prudentemente condiciona el regreso al escenario epidémico. Jalisco, en un veremos. Edomex privilegiará la salud de los escolares. Yucatán no asegura nada. La ciudad de México lanza un grito Lacayuno: “no hay marcha atrás”. Veracruz, en tanto, federalizado, seguirá las pautas del gobierno federal.
No hay nada más peligroso que las generalizaciones. Todo dependerá de la prudencia de cada entidad. El anuncio presidencial es apenas un deseo. Comprensible: tanto tiempo de confinamiento es traumático para los niños y jóvenes. Pero las pandemias son así, más aún cuando comienzan a aparecer variantes del virus.
Los colores verde o amarillo parecen abrir una puerta. Acudo a un refrán dicho y redicho: “no por mucho madrugar, amanece más temprano”. Tengamos paciencia. Ni siquiera caben las ‘pruebas pilotos’. Los niños no son ‘conejillos de indias’. Es probable que, por su inquietud, los pequeños, aun siendo conscientes de los riesgos, puedan contagiar a sus maestros, a mis amigos y a sus familiares, no obstante hayan sido vacunados. Aún estamos lejos de liberar el influjo de esta tragedia. Cuidemos a los niños. Ellos comprenderán el atraso de su regreso a las clases presenciales. Su salud es la prioridad. Quien se hará responsable de una probable catástrofe sanitaria. ¿Delfinita Gómez, la secretaria de educación?. La escuelita puede esperar, la salud, no. Solo a los necrófilos se les ocurre lo contrario. Hoy más que nunca debemos andar con pies de plomo.