CARMEN MARTÍNEZ DIEZ
Ni los ciudadanos saben que se dijo ni los políticos o quizás hay indolencia, equívocos, tergiversación de lo más indispensable y urgente. Hablemos, frente a frente una y otra vez, aprender a escuchar para que toda esa complejidad de malos entendidos no sean una pesada piedra de incomprensión.
Cuentan que, al recorrer Turquía, un país que ha resultado mágico para el mundo de turistas y caminantes del mundo, y al ser éste un país sumamente turístico con grandes ingresos, tienen una buena infraestructura para apoyar a los que llegan de visita, sin embargo, o paradoja al tratar de interrelacionarse en el idioma inglés cada uno mira al otro sorprendido de no entenderle nada. Entonces se recurre a todo lo no verbal, lo analógico, las expresiones corporales y gestuales los colores y en consecuencia se aproxima al significado, pero no con exactitud. La actualidad está llena de múltiples formas de comunicación de todo tipo, es interesante como la paradoja persiste cada vez más, si recordamos que esta significa algo así como el uso de expresiones que son lo contrario a lo que se dice, contrario a la lógica. Precisamente en 1970 Carlos Castilla del Pino, psiquiatra español, publica el libro: La incomunicación. No lo hace con fines académicos sino como una forma de adentrarse la comprensión de lo que se dice y su impacto en las personas. Múltiples libros sobre el tema han sido publicados desde entonces la sencillez de su lectura lo trae a la memoria. Así pues, fue un intento de saber que dijo, que quiso decir. Los viajes y el avance sorprendente de la tecnología han cambiado el panorama.
Los europeos han tenido como costumbre viajar, previo a la pandemia y especialmente con los cambios de mejoría económica del llamado súper continente euroasiático a finales dela tercera última parte del siglo XX. En realidad, fue un fenómeno mundial y se notó especialmente en el sector de la tercera edad en países con bonanza económica. Este viajar de un lado a otro, genera un mayor conocimiento de los distinto: cada país huele diferente, sus colores varían de acuerdo a su geografía, sus comidas, su música todo aquello que es parte del vivir. En México sabemos claramente que se preparan tortillas solo con el olor, los tacos y así en cada país. Hay contextos comunes y en la medida que la multiculturalidad se va convirtiendo en pluriculturalidad suponemos mayor entendimiento.
Existía un juego famoso, “el teléfono descompuesto” lo usaron los niños y como manera de diversión en las reuniones sociales. Se dice algo, se trasmite al otro y al final la frase no tienen casi o nada relación con el inicio. Estamos ahora enfrente de la incomunicación. Forzando un poco las cosas se van al mundo de la política, hablan, hablan, traducen y acaban en dudas. Porque en un mismo país de sur a norte hay maneras diferentes de relacionarse, en cada grupo social, en cada colonia. Por eso hay que recordar a nuestros políticos que tienen que explicar con toda claridad sus propuestas, sabedores de antemano que hay una subjetividad que modifica el contenido. Esto significa la importancia de un contacto permanente con la población a través de todos los medios posibles que faciliten el contacto verbal y analógico de gobernantes y gobernados para lograr acuerdos que permitan conocer a fondo las necesidades reales de cada espacio de las poblaciones. Los mismos expertos en los temas de la comunicación e incomunicación saben la complejidad que conlleva, las malinterpretaciones positivas o negativas que solo a través de múltiples encuentros aclaran y dan luz a lo más importante y necesario del quehacer político para el bienestar social. El verdadero desarrollo de los pueblos, ciudades, países, del mundo en sí parte del conocimiento más cercano posible a las demandas urgentes, no a las demagógicas, pero sobretodo, situadas en el momento económico que se vive, el comportamiento de salud, la educación, la realidad más real posible.
Nada nuevo, ciertamente, pero extremadamente común ignorar la continuidad de las propuestas y demandas. Ni los ciudadanos saben que se dijo ni los políticos o quizás hay indolencia, equívocos, tergiversación de lo más indispensable y urgente. Hablemos, frente a frente una y otra vez, aprender a escuchar para que toda esa complejidad de malos entendidos no sean una pesada piedra de incomprensión abrir espacios, pero con expertos reales cargados experiencia y clara trayectoria. No hablar por hablar. Puntualizar con toda precisión qué cómo, dónde, cuándo de los requerimientos y lo mismo de las soluciones