La confrontación registrada ayer en “la mañanera”, más allá de su atractivo en el casi siempre controlado “reality show” de la presidencia de la República, nos deja ver con toda certeza la verdad de aquella vieja premisa del periodismo estadounidense: “A condición de que su director no lo abandone, un periodista no tiene nada que temer de un Jefe de Estado.”
Y si ese jefe de Estado se comporta cotidianamente como un predicador, un conferencista, ante un público obsecuente y condescendiente, una clientela para la propaganda, pues menos.
Y si el reportero tremendista (en el sentido taurino de los arrimones), vive en otro país, el riesgo desaparece.
Al menos el riesgo para el informador quien siempre va a jugar con ventaja, sobre todo si en el fondo quiere promover su libro sobre los agravios de Nicolás Maduro en contra de la libre expresión y el pleno ejercicio de la función periodística.
Él puede confrontar, ser incisivo, agresivo, hasta violento en sus argumentos, y el presidente –este o cualquiera– no, porque entonces se logra el objetivo escandaloso de todo reportero exhibicionista: convertirse él en la noticia.
Las preguntas de Jorge Ramos, de Univisión, no son eso nada más, son tesis, argumentaciones elaboradas frente a las cuales no queda nada sino la resignación frente a un fusilamiento, sobre todo cuando se le regalan las armas, como ayer.
“–Yo estuve aquí en la mañanera de enero del 2020 –dijo Jorge Ramos– para preguntarle sobre la terrible ola de violencia aquí en el país y usted me dijo lo siguiente, y estoy citando:
“‘Este año va a haber resultados’.
Bueno, después de más de un año, después, hay resultados, pero muy negativos, señor presidente. Su gobierno está en camino a convertirse en el más violento en la historia moderna de México, más de 86 mil muertos hasta el momento desde que usted tomó posesión, según cifras oficiales.
“Si sigue así, va a haber más muertos que con Peña Nieto y que con Calderón.
“Los feminicidios, usted lo sabe, lo dijo la semana pasada, siguen en aumento respecto al año anterior.
“Y fuera de la burbuja de Palacio Nacional, el país no está en paz y tranquilidad, señor presidente. Le están matando casi 100 mexicanos por día, en Aguililla, en Zacatecas, en Reynosa.
Usted no cumplió con su promesa de no militarizar a la Guardia Nacional.
“Y ya lleva casi la mitad de su gobierno y sigue todavía culpando a otros expresidentes por lo que usted no ha podido hacer, así que mi pregunta es, si usted cree que su estrategia de abrazos y no balazos ha sido un verdadero fracaso.
“Están los muertos, están todos ahí. Y si va a pedir ayuda, porque hasta el momento no se ha podido…”
Y ante la confrontación viene la evasión, porque no se conoce otro método. Escurrir el bulto, dar la vuelta, saltar al callejón,porque las “mañaneras” son un recurso –cada vez menos eficiente–, de propaganda, autoelogio, inútiles ante el cuestionamiento.
“–No, claro que no es un asunto fácil, ya lo expliqué, de que un fruto podrido que heredamos. No es que le esté yo echando la culpa sin razón a los anteriores presidentes, pero tú sabes bien, y además es de dominio público, de que el manejo de la seguridad estaba prácticamente a cargo de la delincuencia y esto viene de tiempo atrás, esto que nosotros estamos logrando.
–Es que hay matanzas, hay muertos.
— Sí, pero no igual, no igual.
–Tres mil al mes.
–Ya no hay masacres en el país.
— ¿Y lo de Zacatecas, lo de Aguililla y lo de Reynosa?
–Esos son enfrentamientos entre bandas, pero no es el Estado, que antes era el principal violador de los derechos humanos…”
¿A quién beneficia un espectáculo de esta naturaleza?