El gobernador perredista de Michoacán, Silvano Aureoles, declaró recientemente en entrevista radiofónica, que el candidato electo “representará al crimen organizado…porque ellos lo pusieron”. El mandatario declaró en entrevista radiofónica que “México se encamina a ser un narcoestado”. Por último añadió que Morena es un narcopartido y que la elección debe anularse.
Esta declaración se suma a la realizada por Manuel Clouthier, ex diputado federal quien redactó en tweeter: “Te has preguntado ¿porqué Morena ganó todo el Noroeste que incluye la costa del Pacífico? Muy claro, es su pacto con el Cártel de Sinaloa”. También la periodista Anabel Hernández, escribió en su columna en el medio alemán Deustsche Welle, que el Mayo Zambada transmitió la orden de apoyar a los candidatos de Morena, lo que habría beneficiado a políticos como Ruben Rocha, Alfonso Durazo y de Marina del Pilar, recientemente electos para gobernar Sinaloa, Sonora y Baja California respectivamente.
Los señalamientos son graves. El sano arranque de los nuevos gobiernos estatales, depende de que se disipe cualquier cuestionamiento de esta índole. El propio AMLO ha pedido que se presenten pruebas que permitan corroborar este tipo de acusaciones. No obstante, más allá de la lucha postelectoral, es indispensable tomar consciencia de los rumores sobre la relación de políticos con el crimen organizado ha ido en ascenso en la última década.
Es sabido que desde la época de Felipe Calderón, los cárteles de la droga ya no se dedicaban solo a vigilar y proteger el trasiego de droga, sino que entraron en conflicto por controlar el territorio. Los grupos criminales ampliaron el universo de actividades ilícitas para dedicarse a la extorsión, el secuestro, el cobro de piso, el “huachicoleo”, el tráfico de personas, etc. Por esta razón, las pasadas elecciones dejaron nuevamente un terrible saldo en materia de violencia política. Según Integralia, en su reporte “Crimen Organizado y el proceso electoral”, un total de 179 personas fueron asesinadas. De éstas, 36 aspiraban a cargos de elección popular y más de la mitad buscaban ser presidentes municipales.
En dicho reporte, se especifica que la incidencia criminal durante los procesos electorales es motivado por su intención de: 1) Acceder a información privilegiada; 2) Tener el resguardo y protección de las policías y 3) Acceder a recursos públicos. Durante las campañas, los grupos criminales echan mano de la violencia política, pero también financian campañas, ejercen presión para sesgar la designación de candidatos e intimidan a los votantes previamente y durante la jornada electoral.
Vale la pena señalar que esta problemática ha evolucionado de la mano de nuestra alternancia democrática. Desde el año 2000, este fenómeno ha convivido con nuestro sistema de partidos en cientos de territorios en el país. La cadena perversa de cinco palabras con letra “C” nos muestra cómo la Corrupción política se ha vuelto parte intrínseca de nuestro modelo de acceso al poder: Campañas políticas, que requieren mucho dinero para la Compra de votos, donde los Compadres que las financian, al final del proceso se quedan con Contratos de obras y servicios públicos o permiten la participación de los Criminales que los apoyaron.
Que México se convierta en un Narcoestado, no es solo un tema de debilidad de la autoridad. Se trata principalmente de un problema de anuencia -por decisión o por omisión- que recrea nuestra propia sociedad. Una muy buena parte de la clase política y de la gente común y corriente, avala implícitamente -consciente o inconscientemente- esta terrible realidad. Los candidatos que triunfan ahí donde otro candidato fue asesinado, son impulsados por algún otro partido político. Las autoridades señaladas con “rumores” de involucramiento en actividades ilícitas, conviven sin mayor complicación con empresarios, sindicatos u organizaciones de la sociedad civil. El dinero ilícito que se lava, funciona mayoritariamente en nuestro sistema financiero.
Encontrar la solución para la dramática situación que vivimos no será fácil. Sin embargo, solo si cambiamos patrones de comportamiento social, principalmente reconocer que la sociedad es parte del problema, será posible frenar el grave deterioro que sufre el Estado mexicano. La #SociedadHorizontal tiene una responsabilidad trascendente en la construcción de esta ruta.