Sabino Medina
Se estima que el padrón electoral anda alrededor de un millón 75O electores; lo que quiere decir que los dos candidatos punteros, primero y segundo lugar, como se les designa, apenas suman menos de la mitad de ese padrón; y la cosa es peor si vemos distrito por distrito, y municipio por municipio, para el caso de las respectivas votaciones.
La misma constante aritmética prevalece en la elección federal de diputados y ya ni para qué hablar de plurinominales; pueden ser más “racionales” aritméticamente hablando las apuestas en los casinos.
457 mil votantes, en el caso de que fueran reales, no pintan de azul a ningún Estado, como tampoco 200 mil lo pintan de moreno.
¿Qué pasa entonces? Que todo estuvo arreglado y convenido de antemano, para logar la intangibilidad partidaria que favoreciera a uno y a otro; hasta pudiera afirmarse metafóricamente que hubo más candidatos a gobernadores que votos. ¿Cómo se inventaron los ocho candidaturas restantes que no pintaron, o registraron sólo algunas decenas o centenas de votos? de ahí la urgencia para que se reconozca el triunfo absoluto a quien no lo alcanzara ni siquiera de manera relativa.
Pero el problema no es aritmético, aunque lo sea, este proceso no es más que representativo, tanto como PIB per cápita, en donde el uno se apropia el 80 o el 90 % del mismo; y el 90 por ciento de la población se apropia 10 % del valor que ella misma produce.
Con toda seguridad no les gustará a muchos, como dijera por ahí un notable teórico: ya que si las leyes matemáticas fueran contra los intereses de clase, dichas leyes serían falsas.
En cuanto a que 200 mil votos son muchos. Si lo son en las condiciones como se llevan a cabo estos ejercicios de dominación y sojuzgamiento político.
¿Pero qué negocios y privilegios se ocultan detrás de estas magras cifras? El privilegio de disponer de un presupuesto estatal de aproximadamente de poco más de 40 mil millones de pesos anuales, mismos que se obtuvieron hasta ahora de un aparato industrial y comercial otrora “robusto”, pero hoy enfermo de Covid 19.
Los 400 mil votos se diluyen en 18 o 17 presidencias municipales, en unos cuantos diputados locales, además se repiten los mismos nombres de otros procesos electorales anteriores, luego se repiten ahora en este u otro cargo distinto, pero llamándose como se llaman con el mismos nombres y apellidos.
Una camada de funcionarios enriquecidos, pasan a representantes populares, locales y federales y a muchos de ellos ni siquiera les cuesta la campaña propia de reelección.
¿Qué propuestas tuvieron y qué proponen como programas centrales de la obra pública productiva o no, realizado por las mismas empresas de siempre, pero no por los mismos trabajadores outsourcing?
Lo que está sucediendo en Colombia es algo que puede repetirse en Querétaro, aunque Pancho Domínguez no se parezca al ex presidente colombiano Álvaro Uribe y, desde luego Kuri, no se asemeje al Presidente colombiano Ivan Duque; como tampoco se pueden equiparar las fuerzas productivas e inmobiliarias de Bogotá, Cali, Medellín o Cundinamarca, o el Cauca; aunque los ríos del narcotráfico discurren en forma parecida por ambas geografías. ¿A poco no? Diría un distinguido queretano, uno de tantos.