El título de esta colaboración podría resultar críptico. Se trata de una “conjunción disyuntiva” (así se le llama en gramática). No es copulativa o de unión como la “Y”. No es para reunir; es para separar.
Es la opción final. O la aceptación: o haces tal cosa o esta será la consecuencia. Viene a ser la forma más breve del ultimátum.
Puesto frente a esta disyuntiva alguien debe tomar una decisión. Y si no la toma, todo lo anterior vale poco o nada…
Y todo esto viene a cuento porque el presidente de los Estados Unidos Mexicanos, se ha colocado a sí mismo en una posición incómoda frente al gobierno de los Estados Unidos de América. Pero esa postura, tan bravucona y tan macha (si el machisno soportara el femenino), es un camino seguro al vacío.
Revisemos con detalle. El seis de mayo la prensa comparsa del régimen le informó al presidente (como si no lo supiera ni haya sido su gobierno quien le proporcionó los datos), del financiamiento de una agencia del gobierno americano a la organización Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad.
“…No tengo duda de la actitud opositora y golpista de Claudio X. González y de otros, siempre han estado impidiendo que se avance. Y sabía yo de que ellos eran los que estaban promoviendo los amparos y financiando a gente para que se amparan en contra de las obras que estamos realizando, eso lo sabía; y también de algunos otros empresarios que todavía están inconformes, porque eran los hijos predilectos del régimen corrupto, entonces están molestos…
“Pero si Estados Unidos interviene y el dinero lo dieron en la Embajada, vamos a presentar una queja. Hoy mismo la vamos a presentar, porque eso no debe ocurrir. Sí, vamos a revisar bien el asunto. Nos vas a ayudar para tener los originales, los documentos. Y felicidades por la investigación…”
Entre paréntesis, este es un hermoso ejemplo de cómo se realimentan las filtraciones. Quien proporciona la información le pide al receptor el retorno de esos mismos documentos. Bueno.
Acto seguido, con Juan de la Barrera como mensajero y Fernando Montes de Oca como traductor, se le hace llegar al Departamento de Estado una nota diplomática. Eso, en el lenguaje de la calle quiere decir una queja.
–Oye, deja de ayudarle a mis enemigos. No intervengas en mis cosas. Podría ser una adaptación del documento forrado de cortesía, si la hubo.
El gobierno de EEUU, entre cuyos intereses reales hay cosas de mayor importancia, simplemente no se dio por enterado. O se enteró y la valió madre. O no quiere caer en un juego de patrioterismo a sus costillas.
Entonces, como dijo el poeta:
“…cerrando los ojos, la dejé pasar…”
Pero ante tan desdeñosa actitud y tan grosero ninguneo, el señor presidente ha respondido con la gallardía de él esperada y a veces hasta exigida:
“…Vamos a seguir insistiendo de manera respetuosa para que ya no estén financiado a grupos políticos de México. Es lamentable que el Gobierno estadounidense no se haya tomado en serio nuestra petición…”
Pues sea lamentable o no –depende de cual lado se vea–, el gobierno de Estados Unidos no se ha tomado la molestia de considerar seriamente las acusaciones. Y no lo ha hecho, por una de estas dos razones.
La primera, porque le vale madre. La segunda porque no son serias.
Por eso cuando la preguntaron al presidente si le reclamaría de viva voz y cara a cara esas mismas quejas a la vicepresidenta Harris cuando la tenga cerca; simplemente dijo, no, eso es otro asunto. ¡Ah… una acusaciónn de ese calibre no es tema de la vicepresidenta de los Estados Unidos, ¿entonces de quién?
Es como decir con los brazos en jarras:
–“O me atienden o…” Y el aludido contestara: “¿O qué?
–No nada. Aquí nomas, como el cocodrilo.