El reciente colapso de la línea 12 del Metro de la Ciudad de México trajo consigo más de una veintena de muertos y varias docenas de heridos. Una tragedia a la que la imperturbable Claudia Sheinbaum calificó como un “incidente”. ¿Previsible? Por supuesto. En los orígenes de la llamada “línea dorada” hubo, a todas luces, improvisación e ineptitud, para no hablar de corrupción que dejan mal parado al mismísimo López Obrador quien como Jefe de Gobierno de aquel entonces, destruyó la agencia del gobierno capitalino de excelencia en materia de ingeniería. Destruida la agencia que había construido once líneas de las que podíamos estar orgullosos, el gobierno perdió sus expertos.
La línea 12 que fue la “joya” de Marcelo Ebrard; se realizó a ‘precio alzado’, de suerte que su costo se elevó de 15 a 24 mil millones. Para colmo sin proyecto ejecutivo y con trazos sinuosos carentes de sentido. Por su parte, los trenes se encomendaron, sin licitación alguna, a una empresa española, no obstante su falta de correspondencia con el diseño de las vías. Total, un desastre que ahora premia el señor presidente con encomiendas diversas, incluyendo la adquisición de las vacunas. Impune quedará el crimen del señor Ebrard. Y será la doctora Sheinbaum quien pagará la vajilla rota.
¿Y la posición del actual gobierno federal? Para salvaguardar la ‘austeridad republicana’ redujo el presupuesto de 19 a 15 mil millones. Suponemos que una reducción asignada a las dádivas clientelares y sus megaproyectos de sobra conocidos. ¿Y la actitud del presidente ante la tragedia? Ausencia en el lugar de los hechos. Una mañanera como cualquier otra. Sin una corbata negra, sin un moño de luto sobre la manga, ajeno al sufrimiento de las víctimas, atento, eso sí, al pésimo desempeño de los medios, a la inoperancia del INE, a eventos relacionados con nuevos timbres postales… Las condolencias, solo de paso. Un témpano. Consecuente con su narcicismo, él que siempre habla de la gente, de su amado pueblo, disfrutó el día como si nada hubiera pasado. Que se enluten otros, yo no. Una mente ocupada en la conservación del poder. Y un cliché mil veces repetido: “se hará justicia”.
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Una perla: un personaje femenino, por demás poderoso escribe un tuit diciendo: “Mi más sentido pésame a quienes han fallecido tras el accidente en el Metro de la Ciudad de México…”. Ojalá, estén donde estén, los fallecidos puedan ‘escucharla’.