Cuando las fuerzas irregulares del Cártel de Sinaloa se enfrentaron contra efectivos regulares de la Guardia Nacional, el Ejército, la Marina y las policías locales de Sinaloa, las primeras sufrieron una derrota por abandono.
En términos militares, entregaron la plaza; esa región calentada hasta los extremos de la barbarie por los cárteles de la droga y sus derivaciones de crimen organizado.
El gobierno de la República simplemente adujo –desde la jefatura del Estado– el riesgo inútil de un baño de sangre, y para proteger a la población civil soltó al capo cuya captura había desatado el infierno en Culiacán.
Desde entonces, y a pesar de saber dónde estaba –al menos cuando lo soltaron, lo cual facilitaba seguirlo constantemente, así se tuvieran únicamente las párvulas artes de un Boy Scout– el Capito Ovidio Guzmán, hijo del Capo Chapo, goza de la libertad al parecer sin amenazas de ninguna especie.
¿Dónde?
Donde el gobierno sabe.
¿Y por qué no lo han detenido, por qué nadie lo busca, por qué Santiago Nieto no ha bloqueado sus cuentas ni la Unidad de Inteligencia Financiera ha inteligenciado algo en su contra?
Pues las razones sólo las conoce el gobierno.
Por esa y muchas otras razones el ex embajador de Estados Unidos en México, el muy guadalupano señor Landau, les ha dicho a sus colegas del Departamento de Estado, cómo el gobierno mexicano se muestra lene ante algunas organizaciones del crimen organizado, cuya presencia es abrumadora en casi 40 por ciento del territorio, como lo comprueban los michoacanos de Aguililla y zonas aledañas.
Pero el presidente se ha ofendido por estas declaraciones y le ha extrapolado a otro de sus motivos de indignación: el “sabadazo” en favor del “Güero” Palma, uno de los más desalmados criminales de nuestra historia.
Y en torno del “sabadazo” mismo, el presidente dijo esto:
“…He dado instrucciones a la secretaria de Gobernación, la licenciada Olga Sánchez Cordero, para que se analice la conveniencia de llevar a cabo una reforma en las leyes correspondientes para que asuntos de esta naturaleza no se traten en días inhábiles, que no sean los sábados y los domingos.
“Esto no significa limitar las libertades e incumplir con lo que establecen las leyes, es actuar con transparencia absoluta, porque no es un asunto nada más de carácter legal que corresponda al Poder Judicial, al Poder Ejecutivo. Es un asunto de Estado. Se tiene que cuidar el decoro y la dignidad del Estado mexicano, no se puede exponer el prestigio del Estado mexicano.
“Imaginemos si se libera a cualquier persona y al día siguiente, a los dos días, aparece, como ya ha sucedido, que es buscado por agencias extranjeras. ¿Cómo queda el gobierno de la República? Bajo sospecha. Y nuestro gobierno no establece relaciones de complicidad con nadie y no va a caer en ninguna trampa que signifique desprestigiar al Estado mexicano…”
Y aquí la puerca tuerce el rabo, si se me permite tan porcina expresión:
“Imaginemos si se libera a cualquier persona y al día siguiente, a los dos días, aparece, como ya ha sucedido, que es buscado por agencias extranjeras. ¿Cómo queda el gobierno de la República?”
Pues quedaría en ridículo, especialmente cuando a quien se libera (no de la prisión, sino de una aprehensión instantánea) es un capo cuya fugaz captura obedeció a una solicitud de extradición del gobierno de los Estados Unidos.
–¿Qué van a decir?
Pues ya lo sabemos, ya se los dijo Landau:
“Dejó ir a Ovidio Guzmán (el gobierno por órdenes presidenciales expresas), porque no quería tener un derramamiento de sangre más generalizado en Culiacán. Fue simplemente un momento terrible. La verdad es que el Ejército mexicano fue superado en armas…”
Y en cuanto a los sabadazos y los apresuramientos judiciales, el gobierno se viene dandoi cuenta apenas ahora. No se había incluido este elemento en la reforma cuya ejecución necesita forzosamente la presencia irrenmplazable del ministro Arturo Zaldívar, consentido de la corte y cortesano favorito.
Los “sabadazos” se resolverán mediante la docta intervención de la Señora Olga Sánchez Cordero quien desde la secretaría de Gobernación le ha sacado más jugo a su condición de Ministra en retiro, que cuando era ministra en activo.
Pero asi van las cosas. La Corte debe resolver desafueros extravagantes; prolongaciones inconsistentes y horarios para el abuso.
Es triste darse cuenta cuántas cosas tenemos de República Bananera”.
ERRATA
No era “Sudamericana” la editorial del libro de Ortega y Gasset de ayer. Era la colección Austral.