En abuso de ese sentido de pertenencia e identidad que es la queretanidad, no podemos permitirnos el ser exclusivos y egoístas lastimando a los no nacidos en esta tierra que adoptaron para vivir. ¡Ellos eligieron y nosotros simplemente nacismos! Como dicen los de un grupo de Facebook llamados “Queretanos con Clase”: “Bienvenidos todos los que vengan a Querétaro a aportar valores y educación”. Pues bien, les recuerdo que nuestra ciudad y estado no nacieron por generación espontánea sino por las distintas migraciones que enriquecieron nuestra región y cultura.
¿Sabías que la cultura de Chupícuaro dejó huella en sus vestigios de barro, cerámica y costumbres funerarias? La influencia de Chupícuaro fue más notoria y temprana en el valle de San Juan del Río que en el valle de Querétaro desde cinco siglos antes de nuestra era.
Con la decadencia de Chupícuaro en el año 200 D.C. llega a la zona el estado Teotihuacano. En San Juan del Río lo avistamos en El Rosario y en el cerro de La Cruz. En el valle de Querétaro lo localizamos en La Negreta y El Cerrito, hoy pirámide de El Pueblito. Al declinar Teotihuacán y el Período Clásico, algunos grupos teotihuacanos se establecieron en el valle de Querétaro y convirtieron a El Cerrito en el centro rector de un patrón de asentamientos semidispersos que incluían a los actuales poblamientos de Santa Bárbara, La Negreta y Balvanera.
Una nueva influencia cultural penetró en la región queretana entre el 900 y 1200 D.C. durante el Post Clásico Temprano, adquiriendo El Cerrito un papel hegemónico en la región, transformando su arquitectura y asimilando la nueva identidad mesoamericana emanada de la cultura Tolteca. No obstante, los asentamientos ceremoniales y habitacionales menores y periféricos mantuvieron su arquitectura de tradición local, lo que habla del respeto a la diversidad étnica por parte del grupo gobernante tolteca.
Luego de la caída de Tula –en el período Post Clásico Tardío (1200-1521 D.C.), pobladores chichimecas procedentes del Norte ocuparon los valles queretanos, dando lugar a que se produjera una ocupación multi étnica con su respectiva cultura material. A partir de esto poblaron la zona no solamente chichimecas sino también grupos otomíes, mexicas y purépechas. Ejemplo de ello son El Cerrito (Teocalhueyacan), Apapátaro (Cincoque) y Tlachco (Querétaro) que era un asentamiento disperso.
Daniel Valencia hace mención de los asentamientos humanos que existieron en la zona de los valles, de las que El Cerrito y su basamento son lo más relevante en cuanto a testimonios prehispánicos materiales. El Cerrito se localiza en la parte sur del valle de Querétaro, en el hoy municipio de Corregidora. El Cerrito es el punto central de un patrón de asentamientos semidispersos en el valle, cumpliendo la función de gran centro ceremonial. “Se sabe, que para fines del periodo Clásico, hacia el año 600 d.C., El Cerrito recibió una influencia tardía de la cultura teotihuacana. La siguiente etapa de ocupación y la mejor conocida en el sitio es la tolteca, definida claramente entre los años 900 y 1200 d.C., en el llamado período Posclásico Temprano”.
Los otomíes de Querétaro pertenecieron, en los inicios del siglo XVI, al señorío de Xilotepec; habían poblado Andamaxei en la cañada —hoy La Cañada, cabecera del municipio de El Marqués— cercana al valle queretano, donde convivían con los chichimecas pacificados. La presencia de los mexicas en el territorio queretano se produjo hacia la segunda mitad del siglo XV, como resultado de su política expansionista en toda Mesoamérica. Se ha sostenido que Moctezuma Ilhuicamina logró hacer llegar sus dominios hasta el valle de Querétaro, estableciendo en ese sitio guarniciones militares mexicas desde 1440 para fijar los límites de su jurisdicción, oponiéndolas a la de los purépechas que hasta allí llegaban; no obstante, es de creerse, que con ese motivo, se inició una intensa actividad comercial de los pochtecas mexicas con los otomíes, pames y purépechas del valle.
Los purépechas, por su parte, ya se habían introducido en el territorio queretano desde 1140 D.C., intercambiando productos de orfebrería y plumaria. Hacia fines del siglo XV se convirtieron en guarda fronteras del valle, imponiendo un buen número de toponímicos en esa zona, destacando entre ellos el nombre de Querendaro, con el que se designaba el asentamiento más importante del valle, llamado hoy La Cañada. Este sitio era confluente de grupos chichimecas, purépechas, otomíes y mexicas, y había sido ocupado y dominado hasta los inicios del siglo XV por los toltecas, quienes habían dejado su huella cultural en las construcciones, en la cerámica, además de las esculturas de piedra conocidas como chacmooles, según se ha comprobado por las investigaciones arqueológicas efectuadas en El Pueblito y La Cañada.
Debido a la lucha contra los españoles, a partir de 1519, y posiblemente como consecuencia de su caída en 1521, las guarniciones mexicas habilitadas por órdenes de Moctezuma I en las faldas del cerro de El Cimatario habían sido abandonadas, hecho que obligó a los pacíficos otomíes y pames a guarecerse en cuevas y cañadas ante el embate de los bárbaros chichimecas, quienes incursionaban ya por la región de Huimilpan y representaban un peligro a la estabilidad lograda por los grupos establecidos en el valle.
Al fundarse el pueblo de indios de Santiago de Querétaro entre los años de 1531 y 1550, la presencia de españoles fue casi nula, pero a merced del descubrimiento de minas de plata y oro en Zacatecas, Guanajuato y San Luis Potosí, la población hispana peninsular creció mucho en nuestro Querétaro para cuidar las remesas de los preciosos metales, ya que éramos el paso geográfico obligado entre la capital de la Nueva España y los reales de minas citados.
Por ello, a partir de 1578 se instaló el Ayuntamiento de Querétaro español a cargo de un alcalde mayor, regidores y síndicos que gobernaron junto a la República de Indios y ahora sí comienza nuestro mestizaje biológico y cultural en serio. Los grandes inversionistas que convirtieron a Santiago de Querétaro en la tercera ciudad del Reino fueron foráneos, alcanzando nuestra urbe la cantidad de 50,000 habitantes. Juan Antonio de Urrutia de Arana, Pedro de Terreros -Conde de Regla-, Juan Caballero y Medina, Cayetano Rubio, Bernardo Quintana, Gonzalo Río Arronte son ejemplos de talento y visión, aunque ciertamente Cayetano fue algo avaricioso.
¿Quién dice pues que Querétaro no es tierra de inmigrantes? Les vendo un puerco xenófobo y discriminatorio.