Dada la inclinación kafkiana que tiene la política mexicana, no es sarcasmo o humor negro, pensar que la política asistencial y el concepto de bienestar de la actual administración federal hayan tenido como inspiración a la popular canción de Chava Flores: “Oye Bartola hay te dejo esos dos pesos, pagas la renta el teléfono y la luz”.
Seguramente el Presidente ya se ha dado cuenta de lo insuficiente que son sus acciones para sacar a los pobres de la miseria y por ello, suma ahora las benditas remesas a sus programas sociales, como si éstas fueran logro gubernamental y no fruto del sudor de los paisanos. Los mil 310 pesos mensuales que reciben los adultos mayores ayudan, pero no pagan la renta, el teléfono y la luz; tampoco los 800 pesos mensuales a las madres solteras.
Les va mejor a los estudiantes de la beca Benito Juárez con 2,400 pesos mensuales, esos no pagan renta ni luz, o a los jóvenes construyendo el futuro (ninis) con 4,300 pesos mensuales dizque por capacitarse, y mejor aún a los “agricultores” de sembrando vida que reciben 5 mil pesos mensuales, por no producir. Enorme dispersión de recursos con criterios dispares envueltos en políticas indefinidas.
Las evaluaciones que ha realizado CONEVAL de estos y el resto de programas, arrojan serias observaciones sobre su aplicación, hay discrecionalidad, falta de reglas y supervisión en su operación, entre otras fallas que también son evidenciadas por la ASF. Es evidente el dispendio de recursos en programas destinados a capturar votantes más que a resolver problemas. Con la cantidad de dinero distribuido entre tantos programas de asistencia individual, que no son todos los aquí expuestos, bien pudiera haberse establecido una pensión única para familias viviendo por debajo de la línea de pobreza, pero la racionalidad no parece ser prioridad. Ninguno de estos apoyos va a sacar a nadie de la pobreza, no son políticas dedicadas a eso, pero individualizar estas dádivas genera lealtades y fidelidad en el sufragio.
Administrativamente, han generado múltiples irregularidades que ya fueron señaladas públicamente por la Auditoría Superior de la Federación, que desafortunadamente tuvo un error técnico contable al presentar los resultados de su auditoría en lo que respecta al costo de la cancelación del NAIM y eso ha servido para que el gobierno descalifique el resto de la misma e invente la enésima conspiración en su contra.
Se puede coincidir en que no se puede contar como gasto, el dinero que se tiene que devolver a los inversionistas que adquirieron los bonos verdes que por 6 mil millones de dólares emitió el gobierno peñista para financiar la construcción del aeropuerto, como tampoco los certificados bursátiles que por 30 mil millones de pesos se emitieron en la Fibra E, porque esos no son costos, sino devoluciones. Los costos vienen con las penalizaciones o estímulos concertados en la negociación por el vencimiento anticipado o incumplimiento, que hasta donde se sabe en el caso de los primeros, bonos verdes, fue del orden de 10 dólares por cada cien por la recompra de 1mil 800 MDD, como lo anunció la Secretaría de Hacienda en diciembre de 2019, y el resto negociado, 3 mil 800 millones de dólares, pagaderos en 19 años con pagos de 200 millones anuales con sus respectivos intereses. En la Fibra E, el costo ascendió a 4 mil millones de pesos. De igual forma entra al costo el pago de 75 mil 223 millones de pesos a los contratistas por obra realizada y por incumplimiento del contrato. Los números finales los tendremos, tal vez, al término de la revisión que haga la Auditoría.
Lamentable la equivocación de la ASF, pero es más deplorable que los otros datos sean una recurrente muletilla para descalificar. En este caso, un error en un solo rubro, está siendo utilizado para deslegitimar no solo el resto de observaciones que confirman el desaseo y la presumible corrupción existente en los programas señeros de esta administración, sino a toda la institución y a su titular, y si sumamos a esto la embestida constante contra el INAI, el error le cae como anillo al dedo a esta administración a la que la transparencia le provoca urticaria. CONEVAL, aún no descalificado y ASF, coinciden en las observaciones que revelan el desastre administrativo que es el gobierno federal y el enorme dispendio de recursos así como la muy posible y en ocasiones evidenciada corrupción.
Existe además, registro de subejercicios presupuestales en áreas sensibles, recesión en el gasto gubernamental, lo que la publicidad oficial presenta como logro.
Es un juego perverso exhibir las ineficiencias como realizaciones y presumir estabilidad económica cuando llevamos dos años con economía en retroceso y México está descendiendo en el ranking de las economías mundiales.
En la narrativa presidencial prevalecen los nunca conocidos otros datos, y todos los que se contrapongan contra ella merecen la descalificación inmediata del emisor, como lo han hecho ahora con la ASF y con todos aquellos que señalan la ominosa realidad. Para la 4T, los omnipresentes adversarios y conservadores urden complots a diario y así transcurren sus días, entre la bartola y el Quijote, mirándose en el espejo de sus propias realidades.