El pasado 13 de febrero, el Senado de Estados Unidos concluyó el juicio político contra el expresidente Donald Trump. Toda la fracción demócrata y dos legisladores independientes votaron a favor de la condena, mientras que 43 republicanos se pronunciaron por la absolución. Así, la Cámara Alta de aquel país se quedó a 10 votos de alcanzar la mayoría de dos tercios (67 sufragios), que era necesaria para declarar culpable de incitación a la insurrección al exmandatario, por los acontecimientos del 6 de enero en el Capitolio.
Donald Trump fue absuelto con el apoyo del Partido Republicano, que aún mantiene buena posición en el Congreso, a pesar de los resultados de la pasada elección. Sin embargo, la votación mostró un ligero cambio en la posición del partido del otrora presidente: siete republicanos decidieron apoyar la condena. Las pequeñas grietas políticas se notan. Incluso hubo legisladores que votaron a favor de la absolución, pero que posteriormente criticaron la actuación del exmandatario durante aquel 6 de enero.
Por un lado, dados los resultados, se intuye que gran parte de integrantes del Partido Republicano mantiene una postura fiel a quien gobernó el país durante cuatro años en nombre de su instituto político. Por otro lado, hay un sector, probablemente más reducido, que busca desvincularse de la antigua administración. El juicio político reveló los desacuerdos al interior de las filas republicanas.
Para congresistas demócratas, inclusive para el propio presidente Joe Biden, los resultados del juicio político revelan los retos que enfrentarán en el poder. Se puede afirmar que Trump, o por lo menos sus ideas, continúan vigentes y dominan en la mayor parte del Partido Republicano. Inclusive, luego de su absolución, el exmandatario declaró que “su movimiento para hacer a Estados Unidos más grande de nuevo acaba de empezar”, abriendo la puerta para su candidatura presidencial en 2024.
Asimismo, a pesar de que el Partido Demócrata cuenta con el control —aunque angosto— de ambas cámaras, gran parte de la agenda de Biden requerirá el apoyo no sólo de su partido en el Congreso, sino también de integrantes del Republicano. Y esta primera convocatoria en el juicio contra Trump no ha logrado sumar las simpatías necesarias a la causa demócrata.
Serán intensas y de interés las discusiones y negociaciones entre republicanos y demócratas acerca del proyecto de gobierno de Biden. La oportunidad para el presidente estadounidense se encontraría en abrir un profundo espacio de apoyo social para su agenda y, entonces, persuadir a congresistas del Partido Republicano a trabajar en equipo y apoyar algunas de sus propuestas.
Es probable que en la discusión para el plan de emergencia contra la COVID-19 se revele la disposición republicana a apoyar a Biden, aunque por ahora parece que este plan no será bipartidista. Las y los legisladores republicanos se rehúsan a aprobar un proyecto en los términos que el presidente planteó. Consideran que destinar tantos recursos económicos sería fiscalmente irresponsable.
Con la decisión final del Senado sobre la no culpabilidad del expresidente, la administración de Joe Biden arranca verdaderamente. Desde el anuncio del triunfo del hoy mandatario, la agenda y la conversación pública en Estados Unidos han sido marcadas por Donald Trump, entre su negativa a aceptar la derrota y su resistencia a cooperar en la transición ordenada del poder.
Además, en estas primeras semanas, mediante casi 50 acciones ejecutivas, Biden se ha dedicado a revertir las decisiones más significativas de su antecesor en materia de inmigración, cambio climático y salud, entre otros asuntos. Se puede afirmar que el presidente Biden construyó una agenda casi por completo con base en el rechazo a las decisiones de Trump.
Desde ahora, el mandatario de ese país podrá tomar decisiones vinculadas a su propio plan de gobierno, sin el escollo de la anterior administración. Ya atendió los asuntos que con mayor facilidad se podían revertir, vienen los más complicados. El juicio político de Trump ya no será prioridad de la agenda nacional, el protagonista ahora es el presidente Biden.
Los próximos meses serán determinantes para vislumbrar la capacidad de Biden para abordar asuntos que podrían implicar cambios más profundos y, por tanto, discusiones y resistencias más amplias. Por ejemplo, una reforma migratoria, expansión de la atención médica y, tal vez, el fortalecimiento del control de armas: medidas que requerirán de algún apoyo republicano. La parte más sencilla ha pasado, la reconstrucción a través de ordenes ejecutivas ya avanzó. Es tiempo del debate profundo, de la negociación y, finalmente, del impulso de políticas públicas más ambiciosas.
ricardomonreala@yahoo.com.mx
Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA