Para mí es un honor el volver a salir con libro en la mano ante mi amado público de lectores, especialmente en este año pandémico y difícil en lo económico y hasta en lo psicológico. Tengo tres obras en imprenta y mi frustración no tenía límites por no poder publicarlas, como si el Cronista de Querétaro hubiera estado en año sabático, sin saber mis malquerientes que un cronista verdadero no tiene horarios ni fecha de descanso en el calendario.
Afortunadamente la Diócesis de Querétaro, a través de su muy eficiente y eficaz Vicario General, el padre Martín Lara Becerril, consiguió del Gobierno del Estado reeditar con mejor papel y mayor resolución fotográfica el libro de mi autoría, con la lente inteligente de Gerardo Proal de la Isla, “Los Caminos de fray Junípero Serra en Querétaro”, que había visto la luz en septiembre de 2015 con motivo de la canonización del misionero mallorquí. Cómprenla en el Museo de Arte Sacro ubicado en Allende con Madero a un costo bajísimo, de cien pesos, es para fondear el trabajo misional de la Diócesis.
Pero esto no era suficiente, mi ego me gritaba –lo mismo que mi espíritu- que debía publicar un trabajo nuevo y fue cuando se me aparecieron mis ángeles de la guarda en las personas de dos destacadísimos alumnos entre los más de diez mil que he tenido en la Universidad Autónoma de Querétaro desde enero de 1986 a la fecha: Miguel Vega Cabrera y Norberto Alvarado Alegría, quienes hicieron posible que esta obra, “Chacota Peregrina”, llegue a las manos de ustedes de manera CASI gratuita, CIEN pesitos.
¿Por qué “Chacota Peregrina”? Bueno, yo soy amante de lo peregrino y de las peregrinas, cosas y personas, que significan lo pasajero, lo extraño, lo errabundo, lo sutil, lo bello y lo que no tiene comparación. Por otro lado, chacotear significa en México “pasar el rato un grupo de amigos platicando, haciéndose bromas, burlándose de algo, contando chistes, etc: “En México hay muchos lugares donde uno puede tomar, chacotear y divertirse; pero hay lugares, como Veracruz, donde están de más las burlas y las gracias”, verbigracia, “estuvieron bebiendo y chacoteando toda la noche”, lo que quiere decir que “chacota” y “chacotear” también tienen una acepción de amar, hacer el amor o simplemente “fajar”.
También es muy normal que mis escasos cinco lectores se asombren y hasta se molesten cuando me despido con un “les vendo un puerco”, lo que no es nada ofensivo, simplemente significa entre nuestros mayores “cambiemos de tema” o “a otra cosa pues”, cuando la plática se vuelve incómoda. Algunos de mis malquerientes, ígnaros, me acusan de pelado por andar vendiendo puercos, pero más vergüenza les debería dar a ellos por no saber el verdadero significado de esta divertida oración, aunado de que son más viejos que yo y no lo saben, cuando debieron haberlo mamado de sus mayores.
Doy pues a luz a este nuevo hijo, nacido en tiempos de pandemia, pero auxiliado de mi partero editorial favorito, con el que me inicié en mi primera obra en 1996, Don Miguel Ferro Herrera, hijo de San José Casas Grandes y el ambicioso de Iturbide. La obra no cuenta con patrocinio estatal ni municipal por ser hereje, irreverente, casi para ser llevada a la inquisición de la conciencia de los macarras de la moral. Les vendo un puerco chacotero y cotilla.