El gobierno de México recibió el fin de semana pasado 870 mil dosis de vacunas contra el COVID 19 de la farmacéutica inglesa AstraZeneca. Se trata prácticamente de la mitad de las dos millones de dosis adquiridas en enero pasado por la Secretaría de Salud y lo que permitirá continuar con la campaña de vacunación, retomándola con los segmentos de población más vulnerables. Los laboratorios que cuentan ya con aprobación de las principales agencias que regulan los medicamentos como la FDA y la EMA, han tenido problemas para producir tan rápido como calculaban e incluso conforme a lo comprometido con algunas naciones, pero a la vez se espera puedan encontrar manera de acelerar la producción y otras vacunas sean aprobadas, los incentivos son evidentes.
La vacuna de AztraZeneca, recién desembarcada en nuestro país, tiene algunas características que la hace más conveniente que la de Pfizer, primera que obtuvo autorización en Estados Unidos y consecuentemente en México. Se trata de una vacuna que no requiere los niveles de congelación de la de Pfizer, sino que puede ser conservada a niveles de refrigeración doméstica, entre 2 y 8 grados centígrados, además de que es más barata, fue negociada por el gobierno de México a un precio de 4 dólares la dosis, mientras que tiene un nivel de efectividad de 90%, cuando se aplica media dosis primero y la segunda parte un mes después, comparado con 95% de efectividad de Pfizer y Moderna, lo cual la hace también muy eficaz en su propósito de proteger a la población.
Si bien hoy nos preocupa la velocidad en la que se pueda aplicar la vacuna y se hacen cálculos que rebasan el 2021 para tener protegidos a todos los mexicanos, lo cierto es que hay un factor que no estamos considerando y que podría acelerar la campaña de vacunación. Me refiero al incentivo económico y social en laboratorios privados y centros de investigación de universidades, quienes podrían en corto plazo obtener aprobación para nuevas vacunas. Entre más opciones de vacunas existan para poder satisfacer la demanda en el mundo, más rápida será la inmunización a los habitantes, siempre que haya capacidad de producirlas.
Hoy las farmacéuticas Johnson & Johnson y Novavax se encuentran en la etapa 3 de desarrollo y podrían solicitar autorización en las agencias estadounidense y europea respectivamente para que obtengan autorización para su producción y distribución, lo cual ampliaría la oferta a 5 vacunas con visto bueno para tal efecto. Así también, aunque al día de hoy con cierto escrutinio, están la vacunas rusa y china, las cuales podrían presentar sus productos para aprobación, al menos en Europa. Otras 60 se encuentran en etapa de desarrollo.
Así también, las estrategias y los avances en otros países podrían generar esquemas replicables, como ha sido el reciente caso de Estados Unidos, que, contando con vacunas, ha podido acelerar el proceso, de la mano del sector privado quien ha facilitado extensas instalaciones, incluidos estadios, junto con apoyo logístico de empresas. A partir del pasado 11 de febrero, los norteamericanos pueden ya ser vacunados en farmacias como Wallgreens y CVS, empezando en 6,500 de ellas, pero eventualmente en prácticamente todas, respetando los calendarios para grupos vulnerables.
En este complejo panorama pandémico que estamos viviendo, se asoma una expectativa de que pronto más marcas de vacunas estén disponibles, aumentando la capacidad de producción y distribución, así como el perfeccionamiento para la logística de aplicación. Por lo pronto en México se retoma la campaña de vacunación.
Notario y Maestro en Políticas Públicas
@AMaximilianoGP