POR: FERNANDO VENEGAS RAMÍREZ
Están buscando las bardas más altas y de difícil acceso en el corazón de la capital
queretana.
A los grafiteros ya no les basta una esquina o el zaguán de algún inquilino desafortunado. En las últimas semanas, han comenzado a tomar los edificios de avenidas como Zaragoza y Ezequiel Montes. Como una cuestión de jerarquía, mientras más alto y mas complicado sea el acceso al punto, mejor para los grafiteros.
No es la fracción que ha hecho grandes murales artísticos. Son solo “rayones” de quienes buscan marcar su territorio. Lo han hecho lo mismo en una sex shop que en edificios corporativos o de
oficinas.
Cobijados por la clandestinidad de la noche y poniendo su vida al filo del precipicio, los grafiteros de Querétaro han adoptado la tendencia de “rayar en el aire”.
De poder despegar los pies de la tierra e ir más allá de lo convencional. Aunado al riesgo, también le agregan el delito de la invasión de la propiedad privada. Se ha observado la misma tendencia en la Ciudad de México y a nivel internacional en Nueva York y Los Ángeles.
Para los queretanos, aún hay monumentos que son intocables y los grafiteros no siempre son bien recibidos, e incluso los han sacado de la clandestinidad.
Cabe recordar cuando en el 2012, un grafitero de nombre Edwin Ernesto Muñoz Ramírez, quien firmaba como Shab, rayó una de las columnas centrales del acueducto queretano y lo presumió en redes
sociales.
Se generaron páginas en Facebook para ubicarlo y no faltó quién diera su dirección y la escuela en donde estudiaba. Para evitar el linchamiento, las autoridades lo localizaron y tras pagar una multa, quedó en libertad. Personal del Instituto Nacional de Antropología e Historia trabajó por semanas cuidadosamente para restaurar la columna dañada.
Por parte del Gobierno Municipal que encabeza Marcos Aguilar Vega, se ha anunciado la construcción de siete galerías de arte urbano con una inversión de 23.5 millones de pesos y además, se ha propuesto que se eliminen las sanciones a quienes “rayan” paredes en domicilios y edificios públicos.
“Durante décadas la autoridad ha tenido una estrategia para perseguir y sancionar el grafiti, sin analizar qué es lo que lo impulsa y cuál es el problema de raíz. Yo quiero abordar esta realidad social desde un enfoque diferente, desde la educación, la cultura y la
inclusión”.