En un artículo colectivo muy reciente, de enero de este año, titulado Subestimar los desafíos de evitar un futuro espantoso, se plantean tres problemas ambientales relevantes. Y justo uno de ellos, es la perdida de biodiversidad acelerada que se está viviendo, de tal forma que Ceballos (2015) apunta lo siguiente: “La humanidad está provocando una rápida pérdida de biodiversidad y, con ella, la capacidad de la Tierra para sustentar una vida compleja. Pero la corriente principal tiene dificultades para comprender la magnitud de esta pérdida, a pesar de la constante erosión del tejido de la civilización humana”
Pero se aduce a que la ignorancia generalizada del comportamiento humano y la naturaleza incremental de los procesos sociopolíticos que planifican e implementan soluciones retrasan aún más la acción efectiva.
Los autores manifiestan en su artículo que resumen “el estado del mundo natural en forma clara aquí para ayudar a aclarar la gravedad de la situación humana. También describimos las probables tendencias futuras en la disminución de la biodiversidad, la alteración del clima y el consumo humano y el crecimiento de la población para demostrar la casi certeza de que estos problemas empeorarán en las próximas décadas. con impactos negativos en los siglos venideros. Finalmente, discutimos la ineficacia de las acciones actuales y planificadas que intentan abordar la ominosa erosión del sistema de soporte vital de la Tierra. El nuestro no es un llamado a la rendición; nuestro objetivo es proporcionar a los líderes una “ducha fría” realista del estado del planeta que es esencial para planificar y evitar un futuro espantoso.”
El artículo documenta que ya desde el inicio de la agricultura hace unos 11.000 años, la biomasa de la vegetación terrestre se ha reducido a la mitad, con una pérdida correspondiente mayor al 20% de su biodiversidad original, lo que en conjunto denotan que más del 70% de la superficie terrestre de la Tierra ha sido alterada por Homo sapiens. Se señala que hay más de 700 extinciones de especies de vertebrados y 600 especies de plantas tan sólo en los últimos 500 años.
Pero el declive de la biodiversidad también ha comprometido los servicios de los ecosistemas que proporciona, lo cuales incluyen, “entre otros, la reducción del secuestro de carbono, la reducción de la polinización, la degradación del suelo, una peor calidad del agua y del aire, inundaciones más frecuentes e intensas e incendios, y comprometieron la salud humana”
Y aunque el artículo aborda la problemática del crecimiento de la población señalando que: “La población humana mundial se ha duplicado aproximadamente desde 1970, llegando a casi 7.800 millones de personas en la actualidad” y que “Para el año 2050, la población mundial probablemente crecerá a 9.9 mil millones” se les escapa el problema de la concentración de la población, pues no es lo mismo, estar dispersa en todo el territorio del planeta que estar concentrada en las ciudades y metrópolis, pues el tipo de impacto es diferenciado. Las sociedades actuales exhiben dos fenómenos emergentes, la aceleración y la compresión. Por lo que debemos atender esta cuestión a partir de un enfoque de ecología urbana, claro esta sin descartar la problemática del crecimiento poblacional global.
El artículo no escapa de advertir que “Con tres cuartas partes de las nuevas enfermedades infecciosas resultantes de interacciones entre humanos y animales, la degradación ambiental a través del cambio climático, la deforestación, la agricultura intensiva, la caza de carne de animales silvestres y un comercio de vida silvestre en aumento significa que las oportunidades para las interacciones de transferencia de patógenos son altas”