Varias son las instituciones y principios sobre los cuales ha construido su solidez la nación más poderosa del mundo, Estados Unidos de América, algunas que incluso han sido copiadas o son anheladas por varios países del mundo. Su sistema democrático, la seguridad nacional, el capitalismo basado en el libre mercado, acceso a las cortes y respeto a sus emblemas nacionales, son quizá los más importantes por el respeto y procuración a los mismos, pero este aún joven siglo ha visto vulnerados varios de estos pilares que sostienen ese poderío y admiración internacional.
Uno de los puntos que ha empezado a cuestionarse es su sistema electoral, donde, en dos de las primeras cinco elecciones presidenciales de este siglo, llegaron a la Casa Blanca candidatos que perdieron el voto popular, George W. Bush que tuvo 500 mil votos menos que Al Gore, y Donald Trump quien quedó 2 millones de votos por detrás de Hillary Clinton, aunque ambos ganaron en el número de votos del colegio electoral, lo que responde a la visión federalista de los padres fundadores.
Por otro lado, los ataques terroristas a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, representaron un golpe a su seguridad nacional dentro del territorio norteamericano, perpetrándose el golpe más letal en contra de ciudadanos norteamericanos en pleno corazón de Manhattan, icono del capitalismo estadounidense. De acuerdo con reportajes e investigaciones posteriores a estos trágicos hechos, tanto FBI como CIA habrían fallado en proteger a sus ciudadanos de esta amenaza, que se fraguó desde adentro del mismísimo territorio de los Estados Unidos, basta recordar que los pilotos suicidas se entrenaron por meses en Florida, en la Universidad Aeronáutica Embry-Riddle.
El derrumbe en 2008 de las bolsas en Estados Unidos y con éste la quiebra de bancos de inversión, casas de bolsa, aseguradoras, hipotecarias y la exhibición de la inefectividad y hasta complicidad de las grandes calificadoras internacionales, que son el referente para decirnos los grados de riesgos de las inversiones que hacemos, tanto en los gobiernos de todo el mundo como en las empresas que cotizan en bolsa. Esto desmitificó que todo dinero que estuviera en una institución estadounidense o bajo la supervisión de ellos estaba protegida, no contra vaivenes de los mercados, que eso es otra cosa, sino de los fraudes maquinados y la irresponsabilidad de los administradores de esos recursos.
Por si lo anterior no fuera poco, la semana pasada se dio esta demostración de terrorismo interno conformado por un grupo de supremacistas blancos, en un ataque inédito a uno de los edificios más representativos de la democracia en Estados Unidos, el Capitolio, sede del poder legislativo, pero más importante aún, la casa de los representantes del pueblo norteamericano. Más grave aún, que esta violación al recinto parlamentario haya tenido como autor intelectual al propio Presidente de Estados Unidos y un par de voceros más, entre ellos Rudolph Gulliani, quien ha dilapidado con su neo radicalismo, aquella imagen de el alcalde que lideró con mucho carácter a los neoyorquinos precisamente durante y después de los ataques del 9/11.
Así, los Estados Unidos se han visto vulnerados como nación por actos que dejan en entredicho todo un andamiaje institucional y de principios ejemplares, los cuales si bien han sido protegidos de manera general, presentan hoy daños que cuestionan su capacidad futura de conservarlos.
Notario y Maestro en Políticas Públicas
@AMaximilianoGP
maximilianogarciap@gmail.com