SABINO MEDINA
A nadie debiera sorprenderse de que un hombre y un político, como AMLO, haya ascendido desde los estratos más bajos de la “Pirámide” social, como él mismo lo expresa, a la cumbre del poder presidencial en México.
Esto mismo no pudo, ni puede darse en la misma forma en todas las entidades, 32 entidades de la república. ¿Por qué? Porque esas múltiples particularidades políticas, se hallan montadas sobre una base económica y social en proceso de ascenso, o descenso, según el desarrollo desigual de cada una, insuficiencia del mismo y deformaciones mil agrario, capitalistas, comerciales y con una relación hacia el exterior más cercana, o lejana, según el tipo y la naturaleza de su intercambio productivo en ese marco capitalista.
La superestructura de cada una de estas 32 entidades, no todas por cierto formando un bloque homogéneo: tienen diverso peso específico hacia fuera y hacia el mercado interno, cada uno de esos Estados. La soberanía política de cada uno de ellos, depende de la forma como puedan asimilarse entre sí, sus procesos sociales y políticos, sobre todo económicos, con el resto del país.
Cada estado de la frontera norte, tiene una determinada relación concomitante con el doble intercambio que pueda tener con el mercado interno y hacia el exterior. Lo propio acontece con la industria, el comercio y el grado como toda la producción se encuentre integrada o no, a la valorización del capital internacional, pongamos por caso la droga, el crédito agropecuario, la renta de tierras, pesca, granos, etc., etc.
En lo político acontece otro tanto; por ejemplo, el panismo se hizo fuerte en el pasado, en algunos de estos Estados. ¿De qué manera? Si el panismo rompía de cierta manera con la hegemonía del PRI, en distintas coyunturas lo acercaba o lo alejaba más a los sectores poderosos privados del exterior que, de ese modo le facilitaban una valorización más dinámica que las inercias del desarrollo nacional focalizadas en el gobierno federal.
Baja California, toda la península; Sonora con sus minerales de cobre, la pesca y la exportación de esos productos; en menor medida el oro y otros minerales estratégicos, ambas entidades jugaron un punto de ruptura hacia el interior del Poder Político en México y de acercamiento al potencial económico del imperialismo norteamericano. Esta fue la vía de escape de la tradicional corriente mexicana que, mayormente se hegemonizó durante los gobiernos de Calles y que tuviera su culminación con el general Lázaro Cárdenas del Río.
Esto mismo hizo surgir al grupo de los sonorenses de “Agua Prieta”, algunos de los cuales fueron grandes propietarios de tierras y cosecheros de garbanzo, lo mismo que propiciadores de su intercambio comercial al amparo de la pujante potencia
Chihuahua y Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas, cada uno, a su tiempo osciló bajo del curso de altas y bajas del capitalismo mundial y sus crisis también mundiales. Lo propio ocurrió en nuestra relación con Europa; pero sobre todo, con los excedentes de mano de obra ocupaba que con las dos guerras emigró fuera de México y luego en reflujo adueñándose de playas y campos agrícolas, o repletos de bosque, fenómeno que se acentuara con el deslinde de tierras, tendido de líneas de ferrocarril y control económico de esas entidades a través del crédito y otras formas de inversión.
El petróleo ha sido el detonante de esta capitalización interna, luego volcada hacia la especulación de todo tipo. En síntesis, la política es la resultante difusa de estos intereses y eso lo que ha regido y regimentado los ensayos democráticos de la modernidad de derecha, de centro y de izquierda que se dice, más que se practique, en lo nacional.
Toda proporción guardada y respetando cierta lógica histórica, ¿no acaso, Fox tiene ciertas faceta irracional, semejante a Donald Trump? ¿O Felipe Calderón, pareciéndose se Nixon; lo mismo que Salinas a los Bush, o Zedillo a Gerald Ford? Ninguno de ellos a Kennedy o a Johnson, todo bajo basamentos de desarrollo abismalmente contrastante y diferente de nación a potencia mundial.
Si alguien dijo por ahí que la anatomía del mono, encuentra su plena explicación en la anatomía del hombre y a la inversa; ¿Qué remoto sería que esto mismo aconteciera en las estructuras sociales y políticas, O entre clases gobernantes de un pueblo y otro?
¿Qué acaso Roma no imitó y reprodujo las formas y las prácticas del pensamiento y la ciencia, cuyo germen brotara en Grecia? La historia es más compleja, desde luego, que las más complicadas y absurdas analogías aquí esbozadas. El Sinarquismo, como el PAN, se asomaron siempre y se inspiraron en los estamentos absolutistas y pontificales de Europa, de ahí que no les resultara desatinado, por ejemplo, pronunciarse en favor del Fobaproa y poco después en la Reforma Energética, como otra vía de escape, así sea sólo como peones de brega del capitalismo.
PERO ELLOS TIENEN OTROS DATOS Y DIFERENTES OBJETIVOS, TANTO COMO CRASO Y POMPELLO LOS TUVIERON AL APLASTAR A LOS ESCLAVOS DE ESPARTACO Y ANTES A MARIO Y A LOS GRACOS; MÁS ATRÁS A LOS ETRUSCO Y SABINOS, A LOS CELTAS Y GERMANOS, ANTES DE ADUEÑARSE DEL MEDITERRANEO Y DESTRUIR CARTAGO.