Uno de los temas que requiere formar parte de manera permanente de la agenda regional latinoamericana de los gobiernos y las fuerzas progresistas es, sin duda, el presente y futuro de la izquierda ante los retos actuales, tal y como se abordó en el foro virtual “Los retos del postneoliberalismo”, llevado a cabo recientemente entre varios expresidentes y dirigentes de la izquierda latinoamericana, a raíz de los dos primeros años de la administración del presidente López Obrador.
En este contexto, cabe señalar que en algunos casos la izquierda, en el ejercicio de gobierno, se ha encontrado con circunstancias especialmente difíciles, lo cual le ha implicado realizar mayores esfuerzos en beneficio de la gobernabilidad, como en Bolivia, sobre todo a través de una enorme voluntad popular de transformación social.
En otros casos, la izquierda ha sido más moderada (como en México, Brasil, Chile, Argentina y Uruguay), por razones endógenas y exógenas. Entre las primeras, encontramos instituciones y Estados de derecho más asentados, pluralidad política importante, alternancia política periódica, mayor visibilidad respecto a la protección y a la promoción de las libertades y los derechos fundamentales, economías abiertas o muy abiertas y, por ende, interconectadas entre sí o con las de otros países, etcétera.
Por lo que hace a las razones exógenas, la izquierda latinoamericana más moderada ha tenido que lidiar y equilibrar sus acciones con la globalización, el peso militar, económico y político de las potencias mundiales, así como con los tratados de libre comercio.
En todo caso, es importante señalar que las izquierdas latinoamericanas requieren de unión, de ideas, talento, autocrítica, discusión, creatividad y renovación, ante los desafíos que plantea el siglo XXI en nuestra región. He aquí algunas propuestas.
En primer sitio, es necesario reconocer y analizar las diversas manifestaciones sociales, en las que participan muchas personas jóvenes, que se suceden en América Latina y que reclaman una mayor democratización y representatividad del sistema político.
Tal es el caso de Colombia, con el movimiento Paro Nacional de 2019, o el de Ecuador, con las protestas masivas frente a la eliminación del subsidio a los combustibles por parte del Gobierno en ese mismo 2019. En ambos casos, la ciudadanía de entre 18 y 30 años tuvo un papel relevante para lograr cambios importantes.
En Perú, la juventud se ha movilizado también masivamente, porque simplemente no tiene miedo de hacerlo ni de ser reprimidas, como sí lo tuvieron muchas de las generaciones anteriores, varias de ellas acusadas de manera injusta, por ejemplo, de formar parte de Sendero Luminoso. Además, buscan una real independencia de poderes, así como un combate categórico contra la corrupción, entre otras demandas.
En segundo lugar, tenemos el desafío de la renovación de la política y de clase política. Aquí, uno de los ejemplos más elocuentes en este sentido es el que está teniendo lugar en Brasil, a raíz de sus elecciones municipales del 29 de noviembre de este año.
En ese país, una nueva izquierda fue encabezada por nuevos y jóvenes liderazgos políticos. El partido Socialismo y Libertad, formación surgida en 2004 como escisión del PT, propuso a Guilherme Boulos (de 30 años) como candidato a la alcaldía de Sao Paulo, en donde hizo historia al pasar a la segunda vuelta, compitiendo con el alcalde centrista Bruno Covas. A pesar de que Boulos no consiguió la victoria (obteniendo el 40 por ciento de los votos), emocionó y movilizó de manera masiva a la gente, además de que cosechó el apoyo de muchas y muchos jóvenes que no se sintieron representados por el PT.
En tercer sitio, se encuentra el desafío de los gobiernos de izquierda para ser o seguir siendo éticos y tener congruencia política en el marco de su línea ideológica. Respecto a la ética, la izquierda se debe guiar por principios e ideales, no por puestos o por ambiciones personales o materiales. Por lo que se refiere a la congruencia política, las izquierdas latinoamericanas, incluidas sus dirigencias, no deben dar dobles mensajes a la ciudadanía. Se requiere gobernar con el ejemplo.
El reto no sólo es pervivir, sino adaptarse con creatividad, talento, democracia, ideas, participación, pero, sobre todo, con verdadera convicción y representatividad de la población que cree en la izquierda como una fuerza política para transformar el estado de las cosas y mejorar sus vidas.
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