Bajo la actual crisis ambiental y civilizatoria, hay quienes a grito pelado -y yo diría desesperado- siguen entonando cantos de sirena, y repitiendo frases como esta “Sin el ímpetu y creatividad explosiva del capitalismo el planeta estaría condenado” , cuando una buena parte de la población mundial saben que el deterioro ambiental ha sido producido por las empresas en aras de la ganancia que sólo ha beneficiado a una reducida parte, y para decirlo claramente, a los más ricos de este planeta, dejando en peores condiciones ambientales a los más pobres, y con ello, recreando el circulo viciosos de pobreza-deterior-pobreza.
No obstante lo anterior, estos voceros con título de economistas y expertos en medio ambiente, no escatiman en decir que “Ahora es preciso reorientar al capital hacia una nueva revolución industrial para salvar al planeta”, y esto, es pan de lo mismo, en cada crisis donde se pone al descubierto el colapso inminente que se avecina de este sistema económico, los paladines salen a prometer, asegurar y desgarrarse las vestiduras para decir, con palabras actuales, que el sistema se va a modernizar, que la tecnología es el gran salvavidas del planeta y lo más chistoso de ello, es que auguran, lo cual ya implica una autocrítica, que edificarán un “nuevo proceso civilizatorio”.
Para estos personajes amplificadores de la voz de las empresas trasnacionales, se trata de acuerdo a lo publicado en el diario el Economista en los pasados días, de “Contener y revertir la degradación ambiental y climática implica movilizar cifras gigantescas de inversión en nuevas tecnologías, mercados, infraestructura, y empresas emergentes.” Y de nuevo, expresan su gran desconfianza de los ciudadanos, de su capacidad, cuando la historia jamás ha sido escrita por las empresas. Y olvidan que esa crisis civilizatoria, se debe precisamente al abandono de los valores y principios éticos (ambientales) que han puesto de cabeza al mundo, y que ahora, una refundación civilizatoria, no versa sobre inmensas inversiones, sino por el contrario en la innovación social a partir de relaciones sociales que se sustenten en principios y valores éticos.
En su artículo, Quadri, lo culmina con un párrafo bastante gracioso, pero que ilustra la gran desesperación del capital y de todos sus empleados como éste economista, que sienten que se les escapa de las manos el control, la credibilidad, la legitimidad y lo más valioso para ellos, el dinero. De esta manera dice “Es así como el capitalismo se enrolla las mangas de la camisa y se pone a trabajar por el planeta.” Y pregunta obligada, ¿hasta hoy están pensando en trabajar por el planeta? Y ¿Antes que hicieron?
Empero como ya lo ha advertido Zygmunt Bauman, “la vida líquida es una vida precaria y vivida en condiciones de incertidumbre constante” y también señala que “Como medio de control de los individuos, distintos poderes y estrategias crean percepciones colectivas de inseguridad y de miedo, para ‘vender’ productos relacionados con la seguridad.”
Y termino citando el Manifiesto por la Vida publicado desde el 2002 por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), y que reproduje en mi libro de “La Ética Ambiental” (2020), cuyos dos puntos iniciales manifiestan lo siguiente:
1. La crisis ambiental es una crisis de civilización. Es la crisis de un modelo económico, tecnológico y cultural que ha depredado a la naturaleza y negado a las culturas alternas. El modelo civilizatorio dominante degrada al ambiente, subvalora la diversidad cultural y desconoce al Otro (al indígena, al pobre, a la mujer, al negro, al Sur) mientras privilegia el modo de producción y un estilo de vida insustentables que se han vuelto hegemónicos en el proceso de globalización.
2. La crisis ambiental es la crisis de nuestro tiempo. No es una crisis ecológica, sino social. Es el resultado de una visión mecanicista del mundo que, ignorando los límites biofísicos de la naturaleza y los estilos de vida de las diferentes culturas, está acelerando el calentamiento global del planeta. Este es un hecho antrópico y no natural. La crisis ambiental es una crisis moral de instituciones políticas, de aparatos jurídicos de dominación, de relaciones sociales injustas y de una racionalidad instrumental en conflicto con la trama de la vida.