Ayer por la tarde me llamaron del noticiario vespertino de “Telemundo” con sede en Miami. Me pidieron una entrevista sobre el primer bienio del gobierno del Señor Presidente.
Me preguntaron si lo conspiraba idealista o realista. Les respondí con otra opción: lo siento verbalista. En este gobierno lo más recurrido es la oratoria. Todo se quiere resolver hablando.
Obviamente detrás de las palabras están los hechos, pero estos siempre obtienen el respaldo de la palabra para justificar, explicar; disculpar o inculpar. Pero no para resolver.
Les puse como ejemplo las inundaciones de Tabasco. Nunca antes un presidente había explicado por qué se inundaron las tierras y las casas y las chozas y los pueblos pequeños de los más pobres de La Chontalpa.
No fue por las lluvias celestiales, fue por las instrucciones presidenciales. Y ya.
La confesión ejecutiva dio un resultado maravilloso: los afectados le agradecieron al presidente su sinceridad. Y cuando venga la ocasión, votarán una vez más por él o por su proyecto, lo mismo da.
Y los capitalinos de Villa Hermosa, le reconocerán siempre el desvío de las aguas hacia tierras labrantías, menos habilitadas y la preservación de su ciudad. A fin de cuentas, todos felices.
Hoy, en el pórtico bienal, recuerdo parte de una columna escrita el día del inicio, cuando todo esto comenzó. Así decía:
“El discurso de Andrés Manuel López Obrador no pasará a la historia como pieza mayor de la oratoria.
“Si alguien lo recuerda, será por su enorme y recurrente congruencia.
“Los compromisos planteados a lo largo de la más larga campaña electoral de México, fueron una reiteración actualizada de las ideas cuya defensa y repetición han constituido no un programa de gobierno sino una doctrina política personal.
“La austeridad, la lucha contra el neoliberalismo, el destierro final de la corrupción para asombro y reconocimiento del mundo entero; la obediencia al pueblo consultado son capítulos vivos.
“La lucha por los pobres, la insistencia en los programas sociales, la firmeza en proclamar honestidad y limpieza personales, hicieron de su Toma de Posesión una confirmación; no una novedad.
“No hubo en la ceremonia ni un solo momento de pirotecnia verbal. No fue la fiesta de las palabras. Más bien la sequedad de un compromiso compartido.
“No fue la ocasión del discurso florido, fue más bien la promesa compartida de usar el gobierno para cumplir con un programa añejo, maduro, larvado durante años de terca reflexión.
“En ese sentido López Obrador decepcionó sólo a quienes no lo conocen.
“Quizá por eso se dividió en dos partes: la formalidad y la popularidad.
“Una cosa es el Palacio Legislativo con sus protocolos y visitantes extranjeros y otra el Zócalo lleno de seguidores alegres, bullangueros y festivos. Tiempo de cantar y de bailar entre los humos de copal.
“El presidente de la Republica moderna es también el presidente de la “limpia” al aire libre.
“Ahora comienza la verdad”.
Y la verdad hoy tiene varios rostros: epidemia, mortandad, violencia, desempleo, derrumbe económico; pobreza acentuada, escasez de medicinas, incertidumbre internacional y algunas cosas más.
Pero mañana, otro discurso igual. La condena del pasado, el augurio del futuro esperanzado. Y así hasta el final.
LAS CLAUDIAS
El asunto del Covid y su tratamiento público se ha convertido en una cosa de daltónicos. En Sonora la señora Claudia Pavlovich hace todo lo posible por llegar al semáforo verde, y en la ciudad de México Claudia Sheinbaum pinta de naranja un semáforo rojo.
–¿Por qué aquí no se reconoce abiertamente lo bermejo del asunto? Por no llevarle contra al Señor Presidente, no sea bermejo.
Pero como la gobernadora de Sonora se encarrila al final de su mandato y no quiere ser candidata por Morena, anuncia un programa interesante: “Por un Sonora con semáforo verde”.
Anticiparse a los contagios, en lugar de atascar más hospitales o desviar recursos. Prevenir es barato; curar es muy caro.
Esa es su idea a través del consejo estatal de salud, con la intención de regionalizar el estado, pero con la idea de proteger y evitar contagios zona por zona, con atención a las unidades productivas y el cuidado de los enfermos.
Al hacer un reconocimiento a los integrantes de dicho consejo, les dijo: siempre van a contar con el apoyo de la gobernadora del estado, sobreviviente del COVID.
PADURA
Con méritos sobrados, Leonardo Padura recibió el premio Carlos Fuentes en la feria de Guadalajara.
Seguramente el gran cubano es un neoliberal conservador y reaccionario.