Me permito recordarles las razones que tenían los griegos para considerar al beso como un acto trascendental del afecto. Pensaban que el aliento era el alma, cuando moríamos dábamos la última boqueada de vida y nuestro aliento se despedía de nuestro envase físico. El beso en la boca era trascendente por ese intercambio de almas, donde cada alma quedaba apresada en el cuerpo del otro.
Creo que la teoría griega es hermosa poéticamente, pero otra es la razón del peso jerárquico sobre las musas que inspiran el beso. Mi hipótesis es la siguiente: Estamos hechos de barro pero en algunas partes del cuerpo ese barro es muy sensible. La boca, la apertura de arriba de la mujer, tiene grandes semejanzas con la apertura del bajo vientre: rugosidades; espacios resbaladizos; calor interno superior a la temperatura exterior de la piel; humedades. Dos aperturas con la carne casi viva; la carne del cuerpo con la epidermis más delgada. Dos aperturas aptas para penetraciones y succiones; roces y frotamientos; efluvios, suavidades, sensibilidad; superficies brillosas; proclives a las hinchazones y a los movimientos fuera de control.
El beso en la boca es la reciprocidad clara, patente del dar y recibir en un juego alterno. Son estos elementos concretos, la mayoría fáciles de distinguir visualmente, los que otorgan amplias fuentes de creatividad y expresión a los artistas.
Pero hay otra causa muy poderosa para la amplia difusión. El beso en la boca representa la bisagra del contacto erótico y el sexual; el beso en la boca es el gesto erótico más íntimo y paradójicamente más público, porque es el más común, el más moralmente correcto. Prueba de ello es que en las bodas los sangrones invitados se suman al coro de: “beso”, “beso”. Es una pícara, morbosa y abierta provocación. El público quiere ver la pasión que pronto tendrá todo el camino abierto para desatarse. Al ver cómo se besan los novios la gente pretende adivinar lo que pasará en privado.
Los novios siempre quedan mal, si se besan en la boca tímidamente, se piensa que son hipócritas; si lo hacen con toda lascivia y descaro, la opinión es: ¡Contrólense! ¡Hay niños! ¡Si esto lo hacen en público, ya nos imaginamos lo que hacían de novios!
Concluyo. La boca, con su capacidad de abrirse y cerrarse, de contraerse y distenderse, de ser un lugar y un no-lugar, como la define Jean-Luc Nancy. La boca es cavidad, cerrazón, abertura, abismo, precipicio; cualidades que le otorgan una inmensa capacidad creativa y hacen del beso en la boca una de las más grandes y profundas experiencias eróticas. La agenda de todo buen amante debe incluir los besos, esos besos que no disimulan el anhelo de comerse al otro o, al menos de prenderle miles de luces de bengala interiores que enciendan sus sentidos, le alumbren el oscuro camino de la tentación. Pero el buen amante tampoco debe olvidar los besos tiernos que son aquéllos, como dice Andrés de Luna: “Tienen la etiqueta del fin de las acciones”. De la misma forma con este artículo finalizamos con el tema del beso. Espero haberles hecho esta temporada menos fría.