Luis Arce, presidente (aparente) de Bolivia, apenas disfrutó unos momentos de gloria. Quizá quince minutos, como recomendaba Andy Wharhol.
Recién gozaba las mieles del reconocimiento (hasta Mario Delgado, con las felicitaciones personales del Presidente López Obrador, llevó un incensario), cuando el gran cacique de los cocaleros andinos, Evo Morales, anunciaba su regreso, con lo cual lo difumina del escenario.
Y con esta declaración, todavía peor:
“…Si Evo Morales quiere ayudarnos será muy bienvenido pero eso no quiere decir que él estará en el gobierno” ¿Entonces como, tras el trono?
Hoy, si las cosas no cambian y de acuerdo con lo anunciado Evo Morales, regresa triunfante: su “cerebro financiero” ya tiene el bastón del cóndor en las mano. No importa si la silla presidencial, además, queda reducida a una periquera de infante o si su bicicleta lleva rueditas auxiliares laterales.
Evo cumple con la promesa hecha antes de abordar el avión de “Aerolíneas me canso ganso”, con matrícula de la Fuerza Aérea Mexicana.
“…Hermanas y hermanos, parto rumbo a México, agradecido por el desprendimiento del gobierno de ese pueblo hermano que nos brindó asilo para cuidar nuestra vida… pronto volveré con más fuerza y energía… “.
Fuerza y energía son las sensaciones derivadas del consumo de la coca, producto sintetizado de la mata, principal producto de exportación de Bolivia, ahora junto con el litio y el estaño. Y Morales es el líder de los cocaleros cuyo cultivo sirve para una sola cosa. Pero esa es otra historia.
Hoy, cuando doña Prudencia justifica la actitud presidencial ante un proceso electoral inconcluso en detalles formales, aunque evidente políticamente, vale la pena sacar esta nota del archivo:
“México, 28 oct,19 (EFE).- El Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, felicitó este lunes por teléfono al mandatario electo de Argentina, Alberto Fernández, y a su homólogo de Bolivia, Evo Morales, vencedores en “elecciones libres y democráticas”.
“Felicité por teléfono al Presidente electo Alberto Fernández, de Argentina y a Evo Morales, presidente de Bolivia, quienes triunfaron en elecciones libres y democráticas en sus países”, informó el presidente mediante Twitter”.
Muy poco tiempo después y tras acusaciones tumultuarias por un fraude constitucional y electoral desmesurado, Evo Morales se vio compelido a dejar el país. La presteza de las felicitaciones mexicanas, en aquellos días, no tuvo en cuenta a doña Prudencia. México se fue de la boca. Evo se fue bruces.
–¿Qué ocurrió después?
“Evo Morales anunció este domingo (10 de nov) su renuncia a la Presidencia de Bolivia, tras una escalada de tensión en la población por fraude electoral que le dio el triunfo para un cuarto mandato.
“…Mi pecado es ser indígena, cocalero, dirigente sindical… Que no sigan perjudicando a la gente más humilde, a comerciantes que no dejan trabajar en Santa Cruz, a transportistas en casi todos los departamentos. Estoy renunciando justamente para que mis hermanas y hermanos, dirigentes, autoridades del movimiento socialismo, no sean hostigados, perseguidos, amenazados…
“No estoy escapando…soy víctima de un golpe de Estado”.
“No hay motivos para escapar porque no he robado nada a nadie. Miles y miles de obras, gracias al crecimiento económico logrado, avalan nuestra gestión…los humildes, los pobres, los sectores sociales vamos a continuar con esta lucha, por la igualdad, por la paz”.
Tras esas circunstancias, Evo regresa a Bolivia.
Y el presidente Arce, reducido por su sombra, a un comparsa en la mojiganga andina, sólo tiene dos caminos: o se vuelve el “nopalito” de Morales (“cocalito”, sería mejor) o le mete una patada cuando ya le haya llenado el hígado de piedras con sus intromisiones.
Una cosa es ser el “cerebro económico” y otra el mozo de estribo.
Si toda esta historia pudiera tener un paralelismo, bastaría con leer las proclamas de los fanáticos trumpistas en Estados Unidos, quienes gritan enloquecidos por las calles: Stop the stealy Make America great again.
Los fanáticos de la ultraderecha derrotada gritan como si en verdad hubiera ocurrido un golpe de Estado, sin darse cuenta de cómo son ellos quienes mantienen actitudes golpistas, para usar la palabra favorita de chavistas, maduristas y kirchneristas como Fernández, mayordomo en la casa de Evo desde su salida de México con escala en La Habana.
Pero hoy el gobierno mexicano hace maromas para ver cómo justifica su tardanza en algo inevitable: saludar el triunfo electoral de Joe Biden, aunque le pese la derrota de Donald Trump, tan inexplicablemente cercano al corazón de la tetramorfosis, como nunca la izquierda a la derecha.