Apartir de la “Revolución sexual”, en los últimos 30 años del siglo pasado, la Santa Madre Iglesia Católica Apostólica y Romana; echó las anclas de su pasado y en previsión del pecado de fornicio, le declaró la guerra a los condones.
Se trataba, obviamente, no de proteger a los pecadores sino de creer, estúpidamente, en la continencia y las relaciones sexuales con fines exclusivamente reproductivos, dentro de la sagrada y cada vez más devaluada institución matrimonial. Los resultados saltan a la vista. Millones de infectados y la pandemia, hasta ahora sin vacuna, del virus causante de la Inmunodeficiencia Humana.
En el fondo el ataque a la libertad sexual es el ataque a la libertad.
Los hombres y mujeres libres, no se someten fácilmente a las dictaduras dogmáticas, sean religiosas o políticas.
En México, con base en otro dogmatismo (el populismo como eficiencia), el gobierno ha asumido una postura abierta contra el uso de cubrebocas en pleno auge mundial de una pandemia de comportamiento incontrolable.
Es tan extravagante la actitud presidencial –volcada en cambio a ridículas ceremonias primitivas y anticientíficas como las “limpias” o los talismanes –, como para apostar por vacunas inexistentes y por la otra parte exhibir un comportamiento irresponsable en el veto ejecutivo contra algo tan sencillo como dificultar los contagios aéreos mediante el simple cubrebocas, como hacen todos los cirujanos en todos los quirófanos del mundo y hasta los dentistas en toda consulta respetable.
Total, si tenemos “chiquiadores” de ruda, no necesitamos neurocirujanos, tomógrafos o estudios de resonancia magnética. Eso es ciencia neoliberal.
Para no ir más lejos, basten las declaraciones presidenciales de ayer, para ver cómo pierde las alas el ave del racionalismo:
“…¿No se acuerdan de esos carteles de ‘paramos’? Yo lamento lo que está sucediendo en Europa por el toque de queda, medidas coercitivas, cierre completo. Nosotros no vamos a eso porque tenemos un pueblo extraordinario, muy consciente.
“Si yo algún día me pongo cubrebocas será por la gente, por respeto a la gente, no me lo pongo porque guardo distancia. “Me lo pondría nada más porque veo en la calle la gran responsabilidad de la gente que, aun sin saber a ciencia cierta si ayuda o no ayuda, todos con su cubrebocas. Este es un pueblo extraordinario, por eso a un lado el autoritarismo, dejarle a la gente que siga actuando de manera responsable…”
Aun si llegáramos a considerar reales los atributos del pueblo extraordinario, lo cual –todos lo sabemos— es tan falso como una moneda de tres pesos–, hay una frase escalofriante en el fallido discurso presidencial:
“…si hemos podido enfrentar la pandemia sin mayores dañoses por la gente, hay quienes quisieran que se desmovilizara por completo al pueblo (¿el pueblo esta movilizado?), que no se hiciera nada…”
La contabilidad oficial –tan imprecisa como la verborrea generalizada–, nos acerca a los 100 mil muertos y por primera vez queda registro de lo insignificante de esta cifra para el Presidente de la República.
Noventa mil muertos no tienen la menor importancia.
“…Hemos podido enfrentar la pandemia sin mayores daños…”dice en el mismo Palacio Nacional donde se han puesto ofrendas de difuntos y ser han decretado dos jornadas de luto, una por 30 días en agosto.
Si no hay “mayores daños”, ¿entonces por qué se guarda luto? ¿Cuándo hay daños mayores? ¿Cuántos muertos cuentan como condiciones mayores, Señor Presidente?
No pasa nada, dicen, pero simbólicamente se aprovecha esa nada para exhibir tradiciones mortuorias y exaltar el folclore como circo y espectáculo indigenista.
Dos veces se ha decretado el luto en estos meses. La primera el quince de agosto por treinta días. ¿Será una impostura?, ¿será una farsa?
Dice el segundo boletín:
“…El Presidente Andrés Manuel López Obrador emitió un decreto para declarar luto nacional los días 31 de octubre, 1 y 2 de noviembre.
“Esto es un homenaje a las 90 mil mexicanas y mexicanos que han fallecido a causa de la pandemia. En señal de duelo, se izará la bandera nacional a media asta durante estos tres días.
“El Presidente informó que el próximo sábado visitará la ofrenda instalada en Palacio Nacional, el domingo difundirá un mensaje y que el lunes próximo no habrá conferencia de prensa matutina…”
¿No hay graves daños y por eso se expiden decretos como máquina tortilladora?
Los muertos no importan.
Su ausencia no demuestra la magnitud de la epidemia. No son evidencia de gravedad, son apenas oportunidad para ceremonias folclóricas. Qué vergüenza.