Después del proceso electoral que se vivió en Hidalgo, entre el júbilo, la algarabía y la obnubilación que en ciertas ocasiones y a ciertas personas causa la victoria, escuché a un presidente municipal electo decir que “él había ganado por sí sólo, porque todo lo había hecho él, los acuerdos, la inversión, etc”, esta afirmación de su parte me puso a pensar en la pregunta que se hacen infinidad de consultores, la que quieren descifrar las y los políticos, la pregunta del millón ¿Cómo se gana una campaña?.
Algunos consultores que hemos dedicado gran parte de nuestra vida a hacer campañas políticas ganadoras, sabemos que ninguna campaña es igual, que ningún proceso electoral se vive de la misma manera y que para ganar una batalla a punta de votos no hay una fórmula a modo que se pueda implementar de manera estandarizada, pero aquí les comparto algunos tips para hacer campañas exitosas.
Yo no sé, qué campaña vivió el ex candidato que les mencioné al inicio pero me atreveré a romperle su corazoncito y decirle que: ¡Señor presidente electo USTED NO GANÓ SÓLO!, uno de los ejes fundamentales de cualquier campaña es la formación de un equipo consolidado, fuerte, visionario, entusiasta y comprometido que respalda a un liderazgo que encabeza cierto proyecto electoral, sin este equipo, aún cuando uno pueda ser un gran perfil ciudadano, con capital para invertir, con todas las medallas y méritos del mundo, sin equipo no hay candidato ganador. Porque es este equipo el que da la cara a la ciudadanía en los rincones en donde por otras ocupaciones no pueda llegar y atender el candidato, es ese equipo el que se dispersa para que el mensaje de aire toque tierra y pueda permear entre las y los promovidos, es este equipo al final el que sostiene al candidato.
Para ganar una elección, se requiere de la creación de una estrategia que parte desde un análisis estadístico, acto que no, no lo elabora el candidato. Sin una estrategia bien realizada se corre el riesgo incluso de invertir en lugares con poca rentabilidad política o a un costo muy elevado, una campaña sin estrategia es como querer andar un sendero con los ojos vendados con la esperanza de no tropezar y llegar en primer lugar al final del camino.
La campaña política que yo viví se ganó con una excelente comunicación política, la palabra seguirá siendo la herramienta más poderosa que tenemos para compartir nuestras ideas, para persuadir, para convencer al electorado de que las propuestas que tenemos son las mejores en la contienda electoral, un candidato o candidata sin un discurso consolidado representa un proyecto que comunica falta de compromiso, ya lo leíamos en los cuatro acuerdos “sé impecable con tus palabras” o como decía el Maestro Muñoz Cota “la palabra de las mujeres y los hombres es su imagen, su retrato fiel”, aquel candidato que piense que no requiere apoyo en esta área, que no se compromete con su preparación antes de hablar en público no ha entendido la responsabilidad que implica ser líder. Pero la comunicación política no se reduce a los discursos que se dan en los mítines o en los toques de puerta, en estos momentos difíciles para el mundo la digitalización ha incluido a la comunicación, las redes sociales día a día ganan mayor terreno entre la población de todas las edades de ahí la importancia de llevar un buen manejo de redes y de medios de comunicación para poder proyectar la cercanía, las ideas concretas y las propuestas de manera clara. Y eso no, no lo hace sólo el candidato.
La última campaña política que yo viví, no se ganó “sólo por el candidato”, hubo una serie de factores como el buen trabajo en ciertas áreas del municipio por parte de su antecesor, el hartazgo de la ciudadanía por el PRI, la falta de unidad entre la izquierda que encabeza a nivel federal Andrés Manuel López Obrador, el excedente de partidos políticos participando en la contienda que desde la teoría de la elección social, hoy podemos afirmar benefició al hoy presidente electo.
Pero la campaña política que yo viví, se ganó por la suma de liderazgos que depositaron su confianza en la planilla de regidores y el candidato, se ganó gracias al trabajo incansable de Verito que todos los días caminó por el municipio en compañía de todas las propuestas de regidores tocando las puertas y el corazón de la ciudadanía, sí, sin candidato. Se ganó gracias a que la comunidad de San Antonio Tezoquipan le dio su voto de confianza a la contadora Elvia, oriunda de esa hermosa comunidad, como su representante en el cabildo por el trabajo que ya realizaba en su localidad desde hace tiempo, sí, sin candidato. Se ganó porque doña Lidia puso su talento y trabajo de años a disposición del proyecto, todos los días atendió mujeres enseñándoles a bordar como una vía para tener un ingreso extra en sus hogares, más de 650 mujeres trabajaron con ella, si, sin candidato. Se ganó gracias a la avanzada que en ocasiones ni siquiera tenían tiempo de comer porque concluyendo un evento debían mover todo el utilitario y parafernalia al siguiente mitin, se ganó gracias a los representantes de casilla y representantes generales que invirtieron su tiempo para capacitarse, para defender el voto, para apoyarse entre sí y sacar la jornada lo mejor posible, se ganó gracias a que muchas personas confiaron pese a que la ciudadanía ya no cree en los políticos, confiaron a tal grado de existir abuelitas que en el silencio y la soledad de sus habitaciones tuvieron al candidato en oración porque para ellas representaba un cambio y un aliado, se ganó por el trabajo incansable de tantas mujeres y hombres que estuvieron incluso sin dormir, al pie del cañón ahí en las oficinas de la casa de campaña, se ganó porque Mariana dirigió la fiscalización con rigor y sutileza, sí sin candidato.
Así es que reitero la tesis, ningún candidato, bajo ninguna circunstancia gana solo, porque la democracia es un sistema que requiere de la suma de voluntades, la respuesta del millón: una campaña política se gana con preparación, asesoramiento y un gran equipo.
Ahora bien, dirigir un municipio o un estado es más que el egocentrismo de unas cuántas personas, lamento profundamente haber escuchado esas palabras por parte del presidente electo, porque si algo se aprende de ganar y perder campañas es que jamás una victoria debe subir a la cabeza ni una derrota debe llegar al corazón.