Finalmente lo que tanto temíamos sucedió, el COVID 19 regresó y con fuerza en varios países del mundo, principalmente ante la irresponsabilidad de algunos, combinada sin duda con la desesperación de muchos otros por la necesidad de regresar a sus fuentes de ingresos. Sin embargo, ya haya sido por ignorar las recomendaciones de las autoridades sanitarias en cada país o por la urgencia de generar dinero para llevar comida a casa, algunas economías están volviendo a cerrar sus restaurantes, comercios, bares, centros comerciales y tantos otros comercios y servicios que son motor de las economías locales en todo el mundo. Pero si nos preocupa la formación de una tormeta perfecta, parece que esta se aproximaría el martes 3 de noviembre cuando Trump podría ser derrotado en las elecciones, desconociendo el resultado y abonando a la gran incertidumbre económica que impera a nivel internacional.
Al día de hoy más de 90 millones de electores estadounidenses han votado ya de manera anticipada, lo que representa el 65% de los votos emitidos en la elección presidencial del 2016. El esquema de voto por correo, que ha servido como instrumento de sufragio previo al día de mañana, ha sido ya cuestionado por el Presidente Trump, quien lo tacha de fraudulento, anticipando que podría no aceptar los resultados que se den a conocer con un buen grado de certeza la madrugada del miércoles 4 de noviembre.
El problema en realidad no está en que Trump pudiera llegar a tener elementos jurídicos para impungnar alguna irregularidad cometida durante los días previos a la elección y el mismo día de la votación general, sino en el desconocimiento de las instituciones y los procedimientos para dirimir controversias electorales, tal y como sucedió en la elección del año 2000 entre George Bush y Al Gore, donde el primero logró apenas un voto más (271) en el colegio electoral, fallando al final la Corte a favor de Bush en una decisión también muy apretada, 5 votos contra 4 en contra, en el pleno del máximo tribunal de los Estados Unidos. En esa ocasión Gore fue un factor de estabilidad, dada la actitud democrática y en la que privilegio el bien de la nación, cortesía que no será tan fácil encontrar en la egolatría que carácteriza a Donald Trump.
De no haber certeza en el resultado o que aún habiéndola el actual Presidente tome una actitud de desconocimiento personal de los resultados, habría un fuerte sobresalto internacional, al mismo tiempo que muchas de las principales economías europeas están volviendo a cerrar sus puertas como Francia, Gran Bretaña y España entre otras y una indefinición sobre quién y cómo se llevarían las decisiones en la nación más rica del mundo en plena crisis económica.
Disfrutando el espectáculo podrían estar las grandes potencias como Rusia y China, viendo vulnerable a su rival, no a Trump, sino en general a la nación a la que quieren desplazar como el referente internacional por excelencia, tanto de su moneda, sus grandes empresas tecnológicas multinacionales y tantas otras que son la base de su hegemonía mundial. Aún así, en el corto plazo a nadie beneficiaría la inestabilidad que Trump y la pandemia combinados pueden infligir al mundo en uno de los momentos más complejos que se recuerden en la historia moderna.
Maestro en Políticas Públicas
@AMaximilianoGP
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