En el centro de las preocupaciones de la humanidad está la salud y con ella será la ciencia la que en el futuro partirá el queso de la política. La pregunta permanece: ¿El virus es de origen natural o fue creado por los científicos?. Serán ellos los que nos deberán sacar de la duda presente, pero como no pasa desapercibido a los Estados los efectos destructivos que producen los virus, impulsarán aún más la creación de armas biológicas. Y sin llegar a esos extremos de un conflicto bélico entre naciones, no es descabellado considerar que, de la misma forma que se inventan los virus en las computadoras, el negocio estará en tener listo el virus y el anti virus para los humanos.
En México estamos viviendo esta subordinación de la política a los científicos, de los pocos y mágicos momentos en el que se queda callado López Obrador, es cuando López-Gatell, Lord Tapete, habla sobre el tema del Corona Virus. La agenda pública tiene como principales cuestiones a los muertos, los contagiados, el semáforo de riesgos, los protocolos sanitarios; si el tapabocas es la mejor forma de prevención y cuáles son las gestiones del gobierno para comprar la vacuna. Quienes tengan vocación política que no estudien ciencias sociales sino epidemiología.
El combate a la pandemia va de la mano de los avances tecnológicos, pues de lo que se trata es tanto de detectar a los enfermos como de evitar el contacto humano. El auge en estas dos trincheras es para la informática, la automatización, la robotización, la inteligencia artificial. Ernesto Derbez, rector de la universidad de las Américas de Puebla, sintetizó el cambio inminente: «El 50% de las ocupaciones que hoy definen el mercado de trabajo desaparecerán; los nuevos empleos estarán orientados a la digitalización y a la automatización de actividades y lo que vamos a encontrar es un cambio tremendo en las empresas, como el que se puede observar en la composición del número de personas y el número de máquinas que trabajan en ellas”.
Ante esta realidad la consigna mundial es aumentar la inversión en la investigación y en el desarrollo tecnológico, no en balde los países que invierten más en este sector son los de más rápido crecimiento y fortaleza económica: Corea del Sur, Alemania, Finlandia, Singapur, Estados Unidos, Japón y China. En sentido contrario el Presidente López Obrador ha determinado para la ciencia y la tecnología el presupuesto más bajo en una década. En el machetazo a los fideicomisos desaparece 26 fondos de centros de investigación. Como puntilla, se cancelan los incentivos a los miembros del Sistema Nacional de Investigadores. El Conacyt, ahonda el ninguneo a la ciencia y a la tecnología y deja de pagar la membrecía en los organismos científicos internacionales. México se aísla de la reflexión mundial y las perspectivas de innovación producto del corona virus. Entre otros temas el cambio climático.
A esta política algunos editorialistas le llaman: austericidio fideicomicidio. Me parecen palabras muy elegantes, son burradas, que se aplican sin el menor andamiaje racional ni ético. El Presidente, con tal de tener dinero para comprar votos, es capaz de serruchar la rama donde está el futuro y el progreso del país.