La detención del General Cienfuegos en Estados Unidos, ordenada por una corte de Nueva York, ha sido uno de los golpes de mayor impacto que se recuerde, no para un gobierno en particular, no para un presidente en especial, no sólo para la institución castrense, sino para el Estado mexicano. Se trata de la institución más respetada socialmente en nuestro país, que ha estado a cargo en los últimos tres sexenios del combate a la delincuencia organizada, e incluso de otras tareas que se le han asignado en el actual gobierno.
¿Debemos aceptar como irrefutable la acusación que le hacen en Estados Unidos, con base en la información que dicen tener? No necesariamente, no es como que las instituciones de procuración y administración de justicia en Estados Unidos sean infalibles o más aún, incluso esta acusación podría ser parte de una agenda política en Estados Unidos. Habrá que esperar a ver cómo se desarrolla el juicio y cuáles son los elementos irrefutables probatorios que hacen a quien fuera Secretario de la Defensa Nacional por todo un sexenio, el principal operador y protector de los narcotraficantes en México.
Ahora que si en realidad es culpable el General Cienfuegos de lo que se le acusa, sería necesario entonces que hubiera otro tipo de consecuencias para un grupo de personajes sin cuya colaboración sería imposible concebir los alcances que se le atribuyen, incluidos gobernadores, presidentes municipales, administradores de aduanas, mandos policiacos y otros que son indispensables en la operación de la que se le acusa. ¿Los veremos investigados y enjuiciados en Estados Unidos o en México en caso de que otros nombres surgieran?
Mientras tanto el daño está hecho, culpable o no, el Estado mexicano está vulnerado por la detención de Cienfuegos. Se trata de un ex Secretario de la Defensa condecorado en múltiples ocasiones por gobiernos extranjeros, producto de un proceso de escalafones militares que no tienen relación con las dinámicas políticas, quien sorprendentemente es ahora “El Padrino”. Tampoco es un tema de ser inocentes, sabemos que el crimen organizado ha infiltrado a muchas instituciones del país, pero de nuevo ¿son las pruebas contundentes y las cortes norteamericanas infalibles? Entre más pronto lo sepamos mejor.
Si el General ex secretario estuviera involucrado en el trafico de drogas con los principales carteles mexicanos sería el segundo miembro del gabinete de primerísimo nivel, acusado de los mismos delitos. Hace pocos meses fue detenido también en Estados Unidos Genero García Luna, quien fuera Secretario de Seguridad en el sexenio de Felipe Calderón, con lo que podría volverse a considerar a México como un Estado fallido, con pobres resultados en el combate contra la delincuencia, infiltrado, según las corte newyorkina, en las principales secretarias encargadas de prevenir y combatir el narcotráfico en México. De lo anterior la afectación para el Estado, esto al margen de que habría responsabilidad política de los presidentes que nombraron a sus respectivos secretarios, en el caso de García Luna sería una decisión de Felipe Calderón y por lo que toca al General Cienfuegos sería imputable a Enrique Peña Nieto.
¿Deberá entonces el Presidente López Obrador desconfiar a la institución a la que le ha puesto toda su confianza? En principio me parece que no, por lo débil que es la relatoría de cómo es que ligaron a Cienfuegos con la figura de “El Padrino”. ¿Confiarán en nosotros los norteamericanos, socio y aliado natural en el combate al crimen organizado?, quizá no, mientras sus propias instituciones les digan nuestras principales oficinas a cargo de combatir la delincuencia están tomadas por estos mismos.
Notario y Maestro en Políticas Públicas
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