“Las remesas nos han salvado de la crisis”, dijo el Presidente Andrés Manuel López Obrador, reconocimiento implícito de que el plan económico del Gobierno de la República no es el eje de la batalla contra la crisis económica.
Calculan las instituciones bancarias que para diciembre de 2020 las remesas sumarán 40 mil millones de dólares, unos 800 mil millones de pesos, el 13 por ciento del presupuesto federal, lo mismo que presume Pemex pagará este año,
Cada uno de 7 millones de hogares recibe casi 10 mil pesos mensuales, más beneficiarios y dinero que los programas de la 4T. Se explica la prudencia ante Washington, pues, si castigan las remesas, “kaput” la economía “patentada”.
Con habilidad, envidia de David Copperfield, desde el Gobierno de la República se practican los más depurados actos del arte de la prestidigitación, lo mismo provoca airados reclamos que discusiones fútiles.
El conocimiento de lo que somos y cómo somos, facilita que no se discuta qué se hace para resolver la agobiante crisis económica, para paliar la violencia criminal, la del crimen organizado y la callejera o asegurar atención a la pandemia.
Discutimos las demandas poco realistas de algunos grupos o, mejor aún, nos sumergen en un estéril revisionismo histórico, como soporte al performance político electoral e histórico del año próximo. Muérete de envidia, Copperfield.
Las sucesivas crisis económicas y las escandalosas disputas políticas impiden que las nuevas generaciones sepan que hubo un tiempo que la sociedad mexicana, con todas las fallas de desigualdad y pobreza, propició movilidad social.
Una lástima que en el debate por los fideicomisos los diputados morenistas no se dieron tiempo para revisar aquellos que, mediante becas, aseguraban una suerte de movilidad social, la ruta más segura para paliar la desigualdad.
Los afanes transformadores del oficialismo harían bien abrir los espacios para que la sociedad fuera otra vez una de oportunidades de ascenso en la escala política y social, como corolario de la transformación anhelada.
No está claro el pleito por la elección de la dirigencia de Morena, porque Porfirio Muñoz Ledo no es ningún tonto, sabe bien que una encuesta no es como una elección, pero habla como si lo fuera, mientras Mario Delgado dice que un dirigente debe “recorrer” el país. Así se llevan en algo que ya no sabemos si es performance, un juego de valores entendidos o una cena de negros… Avisa la Cofepris que robaron medicamentos oncológicos de la empresa que los almacenaba. ¿Quiénes sabían dónde estaban, qué funcionarios públicos o de la empresa? Parece lo que las series policíacas llaman “an inside job” … Implacables. En San Lázaro se presentará una iniciativa para que la SHCP disponga del dinero del Insabi que no pudieron sacar en las discusiones de los fideicomisos. ¡Cómo de qué no!… Son altas las comisiones bancarias, cierto, pero facilitan que, sin importar avatares económicos, las tasas de interés sean fijas, ¿queremos tasas de interés variables?…