Si las cosas no fueran tan humorísticas, involuntariamente jocosas, uno podría carcajearse del “presidente legítimo” de Morena, Porfirio Muñoz Ledo, quien como Guadalupe Victoria (cuando aún era José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix) ha gritado “va mi encuesta en prenda; voy por ella” y como el héroe insurgente en Oaxaca, se ha tirado contra la trinchera de Mario Delgado cuyos ojos desorbitados lo miran con espanto.
Todo este desaguisado es parte del desmadre mayor llamado “Cuarta Transformación”, la cual avanza a tropezones contra la lógica y el sentido común, y –diría Galileo— pero, sin embargo, se mueve. Y no solo se mueve, nos arrastra a todos en la colección de sus ocurrencias.
Morena, el movimiento político con el cual el prolongado y persistente activismo populista llegó a la presidencia, es cualquier cosa menos un partido político en el sentido tradicional de estas organizaciones.
Es una estructura patriarcal sin patriarca. El Señor presidente, quien los condujo a todos como el pastor al rebaño (y como a Juárez, en el camino se le perdieron varios borreguitos), ahora les dice, arreglaos como podáis, pero no pueden. Por meses, desde la toma del poder hasta hace poco, le entregaron la presidencia temporal a una señora afecta a los bienes temporales.
Nadie sabe para donde salpicaban los negocios de Yeidkol aunque cualquiera se lo puede imaginar con muy poco esfuerzo.
Hoy, una vez más, Morena no tiene presidente pero sí tiene secretaria general, una señorita de nombre Citlali Hernández quien gracias los temas de paridad de género y esas cosas políticamente correctas, dice cómo su partido debe aprovechar este momento para definir cómo deben hacerse las cosas en bien de la democracia, etc., etc.
Mientras ella disfruta sus quince minutos (los cuales podrían prolongarse mucho más), los varones pelean y se tiran de los pelos.
Uno se proclama con toda la originalidad imitativa del caso, “presidente legítimo” y se apresta al abordaje del edificio del Partido; el otro hace campaña por sus candidatos en Hidalgo.
El “presidente legítimo” (PML), no ha dicho si piensa resistir ocupando el Zócalo cuando los fuertes vientos de octubre terminen de llevarse las tiendas de campaña del Frenaa. Podría ser.
El INE tiene ahora la papa caliente de una tercera encuesta. Porfirio arrolló en la primera y empató (o le empataron) en la segunda. Cuando se haga la siguiente, va a perder.
Y será por una simple razón: Mario Delgado tiene dinero. Mucho dinero proveniente de fondos desconocidos mas no por ello menos abundantes. Con él no viaja la miseria.
SONORA
A quien parecen pintarle bien las cosas, a pesar de estar en la recta final de su gobierno y no obstante la destructora pandemia es a la gobernadora de Sonora, Claudia Pavlovich, quien entra en su sexto año con buenos números, según aprecian varias encuestadoras.
Luego de cinco años, hay aspectos favorables. Uno, muy a tono con los tiempos, es el combate a la corrupción porque según el último reporte de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, ocupó el primer lugar nacional en rendición de cuentas.
En otro sentido, en LAN atención de la epidemia, en Sonora se pudo frenar el avance de muertes y contagios graves, y a diferencia de otros estados, la reactivación económica no se ha frenado, porque la actividad se ha sostenido en el semáforo amarillo.
Incluso, Sonora se ubica entre los primeros lugares en conservación de empleos e inversiones nuevas en este año.
En el estado se registra una inversión de más de 20 mil millones de pesos en obras de infraestructura en los últimos cinco años. Buenos augurios para el sexto año.
COLON
El pobre de Cristóbal Colón, quien es el único extranjero del cual –creo yo– hay dos monumentos en la ciudad de México, a muy poca distancia uno del otro (el más grande en Reforma y el otro en Buenavista), se ha bajado de uno de sus pedestales — rodeado de frailes–, y se ha ido a esconder antes de sufrir un nuevo ataque de los emplumados, quienes no le perdonan haber llegado a América en 1492.
Lo acusan de haber traído las conquistas sangrientas y el exterminio de los pueblos originarios. Todo un rollo.
Esto recuerda el ocultamiento de la estatua sedente de Heydar Aliyev en el Parque Azerbaiyán en los tiempos de Marcelo Ebrard. Nadie quería a un tirano dictador frente al Museo de Arte Moderno de la ciudad de México. ¡Ay!, horror.