Sin ninguna respuesta a las denuncias sobre los supuestos sobornos de la reforma energética o a la presencia del crimen organizado ni referencias a las elecciones del año próximo, el gobernador Francisco Domínguez Servién rindió ayer un quinto informe marcado por su megalomanía, presumiendo primer lugar en justicia penal, segundo en competitividad y sitio en el top ten de los mejores destinos de inversión, rematado con una frase monumental: “El mundo sigue confiando en Querétaro”.
Por más de una hora el mandatario estatal se quitó el tapabocas para hablar ante los miembros de la LIX Legislatura sobre los supuestos avances de la administración que él encabeza y de la modernización del transporte público “a lo que nadie se había atrevido”, ignorando los señalamientos hechos unos minutos antes en la misma tribuna por la coordinadora de Morena Paloma Arce Islas, a propósito de ese servicio “obsoleto, caro e inseguro”.
El jefe del Ejecutivo arribó al mediodía a la sede legislativa, blindada desde el día anterior con el cierre de varias cuadras y con acceso exclusivo para los 25 diputados, el presidente del Tribunal Superior de Justicia, los 18 presidentes municipales, miembros del gabinete estatal e invitados especiales, entre los que se encontraban su mamá e hijos, además de los ex gobernadores Enrique Burgos García e Ignacio Loyola Vera, con la notoria ausencia de la presidenta del DIF, Karina Castro Domínguez, a la que le envió un saludo desde la sana distancia.
A pesar de su cómoda mayoría y de un público incondicional, Francisco Domínguez no logró conmover al reducido auditorio que sólo le aplaudió al referirse al Ejército, a los héroes de la salud (dos veces), a la familia y a los taxistas.
Mal comenzó su exposición con un inaudible video -“falló la tecnología” dijo resignado- y con la negritud del año en materia de salud y económica, que ha dejado ya más de mil queretanos muertos por el Covid-19, miles de empleos perdidos y centenares de negocios cerrados. Momentos oscuros, de luto y penurias que han caído sobre sus hombros, pero a pesar de cuyos retos ha logrado, presumió, una administración sin deudas y sin ninguna observación de las entidades superiores de fiscalización o de la Función Pública.
A partir de ahí comenzó el regodeo con la construcción de un nuevo hospital general, 75 años después del actual pero que no pudo ser terminado a tiempo, un nuevo estadio “olímpico” y la construcción de comunicaciones en la Sierra Gorda que, aseguró, no se habían realizado en cuatro décadas. Presumió también la seguridad y la policía más profesional y mejor pagada del país, la “ausencia de corrupción” y el primer lugar en el sistema penitenciario nacional.
En el tema de salud anunció que se entregarán en octubre estímulos de 10 a 20 mil pesos para los trabajadores que exponen la vida frente a la pandemia, aseguró que somos el segundo estado del país con menos muertos por la crisis sanitaria y recordó que este lunes pasamos al semáforo amarillo, lo que no debe hacernos confiar ni bajar la guardia.
Condenó el gobernador a quienes promueven la demolición de la confianza y la unidad nacional. Convocó a reconciliar al país y advirtió que sí hay de otra y que “vendrán tiempos mejores”, aunque no habló para nada de las elecciones del año próximo, mucho menos de los partidos ni de los posibles candidatos. Sin mención a los videos comprometedores, a los sobornos revelados por Emilio Lozoya Austin, ni a los cárteles de la droga ni a los miles de millones detectados por UIF en operaciones inusuales a países en zona de riesgo, como Pakistán, Turquía, Túnez, Egipto y Marruecos, de los que no éramos socios comerciales antes de su gobierno.