Debe haber muy pocas personas que tenga aprecio personal por Donald Trump, su personalidad es regularmente soberbia y si debe humillar a alguien a su paso lo hace, sin importar si es un colaborador, adversario coyuntural o un enemigo político. Se trata de un político, que abre frentes todos los días, aunque con bastante claridad respecto a quienes son sus seguidores, ante quienes siempre parece hacer siempre lo correcto y que lo consideran un Presidente que ha actuado a favor de los norteamericanos protegiendo sus intereses nacionales, más que ser un conciliador internacional. Sin embargo su reelección podría estar en riesgo, el momento no juegan a su favor, a lo que Trump ha dicho que si pierde no garantiza una transición pacífica.
Hasta antes de la pandemia todo parecía en orden para que el actual presidente norteamericano se reeligiera con cierta facilidad, ya que los indicadores económicos, tan importantes para los votantes en Estados Unidos, se encontraban en niveles positivos históricos. Sin embargo la pandemia cambiaría todo, incluso la impotencia haría que Trump cazara más pleitos de los que podía ganar, metiéndose con sectores de la población que pudieron haber sido parte de sus votos en 2016.
En estos momentos las encuestas marcan una tendencia hacia el triunfo de los demócratas y su candidato Joe Biden, quien ha tomado ventaja en algunos estados que fueron determinantes para el triunfo de Trump en la pasada elección. Arizona, Michigan, Pensilvania, Nevada, Winsconsin y Georgia, son algunas de las entidades “columpio” donde estará la batalla principal para ganar la Casa Blanca.
La regla es que los presidentes se reelijan, pocos presidentes que han buscado la reelección no la han logrado, pero parece que el 2020 podría ser uno de estos casos donde el gobernante en funciones no logra la ratificación popular para continuar en el cargo, lo que en otras circunstancias implicaría sólo el reconocimiento del perdedor y conceder la victoria al ganador, pero Trump parece no estar dispuesto a hacerlo, en caso de perder, amagando con que, si fuera el caso, no habría una transición suave.
El pretexto de Trump, que normalmente no requiere alguno, es que el método de votación elegido para la elección de noviembre de 2020, será, como consecuencia de la pandemia, el de votación por correo, donde los electores depositan la boleta en un buzón postal, en lugar de una urna. En Estados Unidos predomina en lo electoral la ley de cada entidad, por lo que esto no será posible en todos los Estados, aunque sí en la mayoría de ellos. Esta posibilidad de voto por correo ha existido por más de un siglo, pero Trump se ha encargado de hacer de este una controversia política en su país.
Los estadounidenses normalmente han hecho gala de sus instituciones y su democracia, siendo en su momento la victoria de Trump en 2016 un ejemplo de esta, ya que a pesar de haber perdido la elección por más de dos millones de votos, ganó conforme a las reglas del juego, que en Estados Unidos es quien más votos tenga en el Colegio Electoral, y en esos términos fue electo Trump y reconocido su triunfo por Hillary Clinton.
Trump será no sólo una gran piedra en el zapato si pierde, poniendo en vilo más que la estabilidad democrática de su país, sino generando incertidumbre en la economía internacional, como si hiciera falta más problemas. Será, en caso de perder y en algún momento reconocerlo, un ex presidente muy muy incomodo, diferente a la institucionalidad demostrada por otros.
Notario y Maestro en Políticas Públicas
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