Rebautizado por el ingenio popular como el “Instituto Chucho el Roto”, el impresentable membrete para Devolverle al Pueblo lo Robado, designado de tan cacofónica manera para sustituir al Servicio de Administración y Enajenación de Bienes Asegurados, se ha convertido en una trama digna de los mejores momentos del Cuévano de Jorge Ibargüengoitia.
La renuncia de Jaime Cárdenas, a los cien napoleónicos días de su encargo y tirada de arpa, fue interpretado, a pesar de su texto de dimisión (uno más se va del paraíso) , como una muestra de fatiga.
Últimamente a la 4-T se le pandean los viejos y los jóvenes.
Se cansó el radical señor Toledo y se fue de la zona ecológica del gobierno y luego, luego se le adjudica cansancio extremo a quien no muestra señales de anemia o debilidad profunda, sino por el contrario, energía suficiente, tamaños, para denunciar cómo quienes le iban a devolver al pueblo el botín, se han alzado con el santo y la limosna. La iglesia y el útero, dijo la beata.
Simultáneamente el Señor Presidente conmueve al mundo en las Naciones Unidas, con un sonoro y cataclismo discurso de corte histórico, con la profundidad de un texto párvulo, el cual genera allá la sorpresa inusitada por un avión faraónico, un palacio en las nubes, un insulto, como ya se ha dicho, y por la forma como la corrupción ha frenado el desarrollo de este lindo país.
“…Posiblemente, por la falta de democracia -entre otros factores- se fue echando a perder la vida pública en el país. Empezó a imperar la corrupción política, que fue durante mucho tiempo el principal problema de México…”
Fue, conste, fue.
Pues si, la corrupción la indebida disposición del tesoro nacional, el embolso de los haberes públicos, la traición al erario, el saqueo, la mochada, la mordida, la coima el, compadrazgo, el influyentismo, el atajo, el camino corto, la corta, la del Puebla, el moche, el peculado y todos sus similares y conexos, hasta llegar a la solución salvadora: crear un Instituto anti caco. Lástima.
Pero hete aquí, hado malvado (de lado a lado), cómo el karma es implacable: contra el destino nadie la talla, decía Gardel y el ya dicho instituto de tan largo nombre, no va a devolver algunas cosas, porque los mismos recuperadores y distribuidores de las cosas propias de Rififí; los genios de las subastas en los salones mismos de los viejos Pinos donde la corruptela hizo su ciudadela (dale candela), se las han birlado, escamoteado o simplemente, como dicen en el barrio: se las chingaron.
–Así nomás, mi buen. Como usted lo escucha, con perdón de tan arrabalera forma de decirle al hurto, a la uña, pues. Se clavaron esmeraldas y brillantes, desmontaron los zarcillos y los collares como quien le saca una muela al perrito mordelón de la cazuela, aunque le duela , y además amañaron las subastas con cuyos montos el gobierno se alzaba el cuello, no el de la camisa en el video de Naciones Unidas, ese es otro cuello, sino el de las ínfulas redentoras.
Si esto se lo hubieran dicho a usted como un mal augurio, de seguro lo habría rechazado no sin antes insultar al conservador inventor (autor), de tan descocada idea, como enemigo de la tetramorfosis en su cuarta edición, pero si se produce de verdad, si lo hicieron sin ningún espía de la contraloría (no se ría) para dar aviso de la sucia maniobra, pues entonces el asunto pierde su gravedad y se instala en la comicidad involuntaria a la cual es tan afecto –quizá sin quererlo–, este gobierno.
Primero nos matan de risa con sus impudicias e ineptitud y luego nos piden tomarlos en serio.
–¿En serio?
“Encontramos al inicio de nuestra función probables irregularidades administrativas, procedimientos de valuación que no garantizan el mayor beneficio para el Estado, mutilación de joyas, (robo hormiga, se robaban las hormigas); contratos favorables a empresas y no al INDEP y conductas de servidores públicos contrarias a las normas”, dijo Cárdenas al apretarse los machos.
Y le contestan:
“…era lo que tenía que hacer Jaime (limpiar el INDEP), pero no le entró (al menos no fue él quien lo ensució)…
“…Ayer hablábamos (AMLO dixit) que, para ser servidor público, sobre todo en un proceso de transformación, pues se requieren ganas, para todo en la vida se necesitan ganas, convicciones y arrojo, y no rendirnos…”
Que risa…